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Ch´a´ Cháak: una invocación al viento y a la lluvia en Valladolid

Pobladores de las comisarías temozonenses de Hunuku y Canchechen, en Valladolid, invocan al viento y a la lluvia en un ritual maya llamado “Ch´a´ Cháak“, a fin de contar con el agua necesaria para supervivencia humana.
Foto: Alfredo Osorio Aguilar

Durante toda la noche del sábado y parte del día domingo, pobladores de las comisarías temozonenses de Hunuku y Canchechen, en Valladolid, tomaron parte de un ritual cargado de gran simbolismo maya: el Ch´a´ Cháak.

Según comentarios emitidos por el señor Gualberto Ku Canche, uno de los principales organizadores de la ceremonia, esta tuvo como principal objetivo asegurar la benevolencia de Yuum Cháak, a fin de contar con el agua necesaria para la supervivencia humana y, con ella, del universo.

Como es del conocimiento de muchos, la sagrada ceremonia tiene profundas implicaciones prehispánicas, pese a que en el transcurso de los últimos años se ha entremezclado con símbolos cristianos.

Según se explicó, en julio suele celebrarse el k’eexebcháak, fecha de “cambio” de los yumts’ilo’ob cháako’ob, guardianes de los vientos y las lluvias, y es durante estas fechas que generalmente se pide la bendición de esas deidades.

El ritual maya inició con una plegaria efectuada por el Jmen Juan Kuyoc, a la que le siguió una intensa jornada de invocaciones milenarias para que Yuum Cháak, señor de las lluvias, se apiade del Mayab y ordene a sus ayudantes celestiales derramar sobre el mundo la santísima agua.

El sacerdote maya fue el encargado de guiar a los hombres de Hunuku y Canchechen, quienes se reunieron en los montes ubicados a escaso kilómetro de la segunda comisaría para preparar el altar que representó el espacio comunal, motivo por el cual se cubrió de hojas de jabín, y cuyas patas de maderos se hundieron en la tierra, comunicándola con el inframundo.

Se explicó que en torno a ese mismo altar, en los cuatro puntos cardinales (Lak’in, Chik’in, Xaman y Nojol) se alzaron los arcos que representan las moradas de los cháako’ob, señores de la lluvia y al centro se ubicó un palo en donde se colocó la cruz donde irán las jícaras para las ofrendas.

Durante las horas en las que se desarrolló el Ch´a´ Cháak se invocaron los nombres de los cháako’ob principales, como el nombre de los cuatro rumbos del cielo desde donde se desplazan, hecho considerado necesario por los hombres del campo para florecer la santa gracia del maíz formador de los hombres.

Por Alfredo Osorio Aguilar

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