Ser abuelo es la experiencia más bella de la vida, no sólo es extensión de la familia, sino que nos brinda fortaleza para poder vivir, dijo Javier Alberto Navarrete Aranda, mientras trabajaba en su pequeño taller de bicicletas en la ColoniaVicente Solís.
"En lo personal, es una bendición que los nietos se acuerden de sus abuelos, tengo siete nietos de cuatro hijas, dos de ellos cursan estudios, uno para médico y el otro Licenciado en Física, que son los mayores, pero al igual que a los demás los aprecio bastante y lamento que por la contingencia sanitaria no puedan venir a verme", dijo moviendo la cabeza de un lado a otro y encogiendo los hombros.
Risueño y alegre, expresó que lamentablemente las nietas no pueden dedicarse a este oficio y los varones, como ya mencioné, se están superando y eso es bueno y me llena de orgullo y satisfacción con ellos y con la vida, porque mis hijas se han portado muy bien conmigo y hasta me traen alimentos, pues saben que estoy solo, ya que después de 48 años de casado enviudé hace ocho.
El entrevistado explicó que toda su vida se ha dedicado a la reparación de bicicletas, oficio que le enseñó su padre, lo que le permitió sacar adelante a la familia, claro con muchas dificultades, pero gracias a Dios siempre hemos superado las adversidades.
"Yo aprendí porque ninguno de mis hermanos quería ayudar a mi papá en el taller y, a petición de mi madre, que me decía: mira, tu papá está solo trabajando en el taller y tiene mucho trabajo, ayúdalo, Poco a poco fui aprendiendo y hasta me gradué de doctor en reparación de bicicletas, al grado que puedo reparar todas sin importar la marca, modelo, año, etc".
A mis 79 años de edad se siento con muchas ganas y suficientes fuerzas para seguir adelante, porque no he perdido la destreza, creo que todo se debe a que no fumo y sólo bebo licor ocasionalmente, claro cuando se puede, pues ahora por la pandemia hay la Ley Seca y ni manera, aunque quiera no se puede.
"Soy feliz con mis nietos porque la vida los ha tratado bien y son los que nos llenan de vida y fortaleza, porque si no hay niños no hay motivos para vivir".
Nada con el COVID-19
Por otra parte, dijo que a diferencia de muchas personas de ese rumbo de la ciudad que se han contagiado del COVID-19, hasta ahora no le ha dado, tal vez porque se pasa la mayor parte del tiempo en el taller y sólo sale cuando realmente necesita ir a comprar algo en los comercios que hay por ese rumbo, rara vez va al Centro en busca de refacciones.
Sin embargo, en lo que se refiere al trabajo, en ese aspecto esa enfermedad mortal me ha pegado bastante porque la chamba ha bajado en más del 80 por ciento y sus clientes están “paletas” porque los despidieron, otros no encuentran trabajo, pero gracias al Todopoderoso, aunque sea poco sale para mi comida y mis gastos y mientras haya fuerzas seguiré adelante; señaló que hay clientes que llegan y me preguntan si pueden tomar una cerveza y yo les dijo que no, porque es un taller de trabajo.
Por Víctor Lara Martínez