Las mujeres embarazadas que requieren atención especializada se envían a hospitales de Mérida o a Valladolid porque el Hospital General San Carlos no cuenta con unidad de cuidados intensivos.
Esto fue lo que trascendió entre el personal de este nosocomio que por temor a represalias prefirió mantener su anonimato. A la par revelaron que esta clínica está limitada por el área de ginecobstetricia, pero la decisión de transferir a una mujer embarazada a otro hospital es aleatoria y derivada de una previa valoración, pues explicaron que un trabajo de parto se puede complicar en un segundo.
Señalaron que las que se envían son aquellas que presentan preclamsia o que se han agravado, ya que toda paciente puede ingresar estable, pero de repente puede cambiar su estado, ya que el área de ginecobstetricia es muy vulnerable.
Indicaron que las mujeres embarazadas se atienden en un área totalmente aislada fuera del espacio destinado para pacientes COVID. Compartieron que en ella se tiene que valorar su situación y si no hay por alguna circunstancia o incidencia el staff completo que conforman un ginecólogo, un anestesiólogo y un pediatra la paciente tiene que ser canalizada a otro hospital para no arriesgarla.
Puntualizaron que si la resolución obstétrica puede ser en el hospital se hace, pero si no se cuenta con un especialista se tienen que referir a la mujer embarazada para no exponerla.
En años anteriores se había pensado en una mejor atención en la mujer sobre todo en disminuir las cargas en otros hospitales o por el riesgo que conlleva el tiempo y el trasladado hasta otras clínicas en la capital del estado, por ello se remodeló el hospital General San Carlos, creando un área de ginecobstetricia que incluye dos quirófanos, área de recuperación y de neonatos con la tecnología más avanzada en ese tiempo.
Hoy, la deficiencia en el servicio, la falta de médicos ginecólogos y pediatras sale a relucir a raíz de las múltiples publicaciones de personas que han vivido experiencias nada agradables en la deficiente atención, pero sobre todo de que tienen que ser trasferidas a otros hospitales como Valladolid y Mérida por no contar con los cirujanos y personal especializado para la atención.
Teresita Escamilla dio a conocer por medio de las redes sociales su caso, que ingresó el pasado 17 de junio por que su bebé estaba perdiendo líquido amniótico, según relata le dijeron que estaba bien por la que le recomendaron ir al albergue del San Carlos mientras llegaba el momento.
Al día siguiente se ingresó a las 10 de la mañana ya que estaba programada para su operación a las 11 de la mañana, dieron las dos de la tarde y nadie aparecía. Los familiares solicitaban información y a las 4 el ginecólogo platicó con la parturienta, fue hasta las 5:30 que el médico informó que la ingresarían al quirófano ya que apenas iba saliendo de una operación. Dieron las diez de la noche y el ginecólogo no volvió a parecer, se efectuó el cambio de turno, habían transcurrido casi 24 horas cuando otro médico la atendió y dijo que requería su traslado de forma urgente por una fuerte rotura de membranas.
Los familiares tramitaron su alta para ser trasladada en un hospital particular ya que su vida y la de sus bebés estaban en peligro.
Teresita explica que no presentó denuncia alguna pues no pensaba que las cosas siguieran ocurriendo, lamenta el pésimo trato que reciben las madres y los bebés en este lugar.
Así como Teresita varios dieron a conocer sus casos en las redes sociales, lo duro que lo pasaron y la manera en que lo solucionaron, dando a conocer que el hospital ha decaído en demasía en la atención sobre todo en la salud de la mujer y de sus bebés.
Por años el área de ginecología estuvo cerrada pues el poco uso del edificio ocasionó que los plafones se vinieran para abajo a raíz de la humedad. Nuevamente fue reparado, pero tampoco entro en funciones al 100% por la falta de personal.
Fue hasta en esta pandemia cuando el área de ginecología fue habilitada para la atención de urgencias y se abrió, mientras que el área de urgencias fue convertida en el área para recibir a personas sospechosas o positivas de COVID–19.
Por Luis Manuel Pech Sánchez y Efraín Valencia