El oficio de cargador es un trabajo cansado y rudo, sin embargo los jóvenes a cargo de este empleo se las ingenian para verlo de una manera fácil.
Esta localidad, caracterizada por la comercialización de cítricos, ha abierto una oportunidad de trabajo a varias personas y aunque es un oficio de hace muchos años, son más los jóvenes los que se emplean ya que conforme pasa el tiempo los mayores se van retirando debido a los esfuerzos que se realizan para mover las cargas.
Desde las siete de la mañana arriban al mercado municipal y otros a la central de abastos y enseguida comienzan a llamarlos para descargar producto o trasladarlos a otros vehículos y acomodarlos.
A pesar de que la "chamba" como ellos le llaman es cansada y ruda, estos nuevos cargadores que han tomado la batuta del oficio, se la pasan contando chistes entre ellos para pasarla bien durante el tiempo de carga y no sentir la fatiga por las inclemencias del tiempo.
Algo muy importante que se pudo observar, es que no hay distinción alguna entre ellos, sean de otro grupo o trabajen para otro patrón, ellos se “echan la mano” el uno al otro como pueden para terminar la encomienda.
Para este oficio no hay manual que contenga la enseñanza de cómo ser un cargador, este trabajo se aprende a puro pulso como ellos mencionan, según los golpes que da la vida son los que orillan a los jóvenes para aprender a trabajar con la fuerza.
Otro de las cosas que se aprende, es a colocar las cajas, ya que éstas no sólo se acomodan como va llegando la mercancía, también tiene un método y manera de cómo se debe hacer, de lo contrario si esta mercancía es mal estibada, no llegará a su destino y podría sufrír pérdidas el patrón.
Vicente alias el "chente", "nano", "miki", y "mariachi", es como se conocen, fueron los encargados de relatar el modo de cómo se trabaja en este oficio de gran valor.
Roberto Hernández