Yucatán

En en sector de la construcción, el regreso a la normalidad ha sido lento y no beneficia a todos, ya que por la sana distancia se recortó el número de albañiles en las obras de Yucatán.

Antes de la pandemia éramos 20, ahora quedamos de dos a tres, porque como estamos en la entrada de la ciudad evitan aglomerar a los trabajadores, la obra se paró por el COVID-19 desde abril y regresaron a trabajar en la primera semana de junio, señaló Oswaldo Mis, de Chumayel, quien tiene 24 años y se desempeña como media cuchara de albañil, al ser entrevistado en una obra que se realiza cerca de Paseo Montejo.

"Ahorita ya está todo normal, por el momento, y tratamos de llevar medidas de sanidad para evitar problemas y que nos vuelvan a parar, pero se limitó igual el número de trabajadores."

Sobre la forma en que sobrevivieron, relató que la mayoría de ellos se la pasaron haciendo "trabajitos" que encontraban y la constructora Concord, con la que trabaja desde hace dos años, los apoyaba con despensas en la quincena y más o menos con la mitad del sueldo, pero siempre hacía falta y tenían que buscar trabajos extras.

Oswaldo dice que gana 2 mil pesos a la semana porque está aprendiendo y que un maestro albañil que ya conoce puede ganar de 2,500 a 2,800 semanales.

Todos ellos trabajan 8 horas y se toman una de descanso, de lunes a viernes. Empiezan a las 8, a la 1 paran para comer y continúan de las 2 a las 5.

Finalmente comentó que, como ya acabaron todos los trabajos del interior de la obra, ahora les toca hacer los exteriores bajo el sol.

Vivía de “chambitas” y de la milpa

A su vez, el albañil Óscar Dzab, originario de Tiholop, Yaxcabá, que trabaja en un hotel en construcción sobre la calle 62 por 33-B, relató que como pararon las obras durante tres meses sostuvo a su familia con “chambitas” y productos de su milpa.

Comentó que tiene esposa y 3 hijos, y que la obra donde está se reanudó hace un mes, según le han dicho, los trabajos se van a extender por un año.

Óscar es albañil desde hace 5 años y aprendió ese oficio viendo trabajar a sus compañeros durante 8 años.

"Yo sólo veo cómo lo hacen y lo hago. Empecé a los 17 años y ahora tengo casi 30."

También expuso que no quiere que regrese el Semáforo Rojo, “porque realmente vivir sin chamba está cabrón. Ojalá que no se pare otra vez”.

No al “san lunes”

Finalmente comentó que le pagan 2 mil pesos a la semana por trabajar de 8 de la mañana a 6 de la tarde, y desde el sábado se va a ver a su familia para regresar a la obra el lunes, porque contra la costumbre, él no hace “san lunes”.

Por Roberto López Méndez