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Yucatán

Estigmatizados y segregados, así la vida de un paciente con VIH en Yucatán

"Cuando la gente se entera que tienes VIH se aleja, cuchichea, no te dan la mano, se siente feo": comparte Juan, habitante del albergue Oasis San Juan de Dios.
Foto: Cuautémoc Moreno
Foto: Cuautémoc Moreno

Pacientes con el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), usuarios/huéspedes del refugio Oasis San Juan de Dios, afirman que pese al avance en el pensamiento, así como en el conocimiento con bases científicas de su padecimiento, aún persisten actitudes discriminatorias y estigmatizantes de parte de la sociedad hacia ellos, es decir, todavía hay un largo camino por recorrer en cuanto a la aceptación y empatía hacia ellos.

Carlos Méndez Benavides, presidente del albergue Oasis San Juan de Dios, comentó que desde la fundación de este espacio dedicado y pensado a la atención para los pacientes con VIH desde 1996, pocas cosas han cambiado en cuanto a la manera de cómo la sociedad interactúa con estas personas. El también activista consideró que las políticas públicas relacionadas con la prevención y atención del padecimiento en México poco han avanzado, aunado a un escaso interés de empresas o empleadores para el reconocimiento de los derechos de los individuos que portan el virus, además de las creencias que se tienen en torno a la enfermedad.

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“Aún no se ha despegado la falsa creencia de que el VIH es igual a homosexualidad y esto por supuesto lleva a discriminación”: remarcó Méndez Benavides.

“Se siente feo”

El Oasis San Juan de Dios funciona como un albergue para personas con VIH, tiene 16 huéspedes, ellos y ellas han padecido discriminación, rechazo, así como señalamientos de la sociedad, son las voces de Juan, Ricardo y Kelvin las que amplifican las desavenencias de quienes la vida les ha dejado una prueba más grande en comparación al resto de la población.

Juan actualmente tiene 43 años, nació en Michoacán, quedó huérfano a los 3 años, con dificultades se ha abierto camino, primero para encontrar sentido a su vida, pues a temprana edad, en el orfanato donde llegó a raíz del abandono de sus padres, fue abusado sexualmente por uno de los empleados del lugar, lo que propició que huyera y buscara refugio en las calles. Al paso del tiempo, recorriendo algunos lugares del país, llegó a Yucatán muy joven, no había cumplido los 20 años, no sabía que si bien el camino previo a su llegada a la entidad fue trabajoso, los años posteriores serían aún más complicados.

Juan relató que cuando se contagió cambió todo su núcleo familiar.

“Cuando la gente se entera que tienes VIH se aleja, cuchichea, no te dan la mano, se siente feo”: compartió.

Juan recordó que ha vivido con la enfermedad desde el 2005, es decir, tiene 15 años con el padecimiento, externó que aceptar que tiene el virus es complicado y en su caso fue duro seguir el tratamiento, en la primera etapa no se medicó, lo cual le trajo serios deterioros a su salud, tanto física como emocional. Ahora colabora en lo que puede en el refugio y trata de ganar unos pesos para sostenerse, teniendo en contra toda una carga negativa, cuando las personas se enteran de su padecimiento.

“Piensan que se van a contagiar”

Por su parte, don Ricardo, de 60 años, compartió su historia como usuario del albergue; sentado enfrente de una máquina de costurar sólo para en ocasiones contestar las preguntas, indicó que es VIH positivo, desde hace 5 años es usuario del refugio, por lo que externó que si bien hay personas que están interesadas en conocer las historias de los usuarios del lugar e incluso donar a beneficio de quienes viven ahí, aún hay otro sector de la población que continúa cerrándoles los espacios, por lo que considera se trata de mera ignorancia.

“Cuando se enteran que tienes VIH y ven que estás sentado en un lugar y te paras, ya nadie se quiere sentar ahí, piensan que se van a contagiar": criticó.

Don Ricardo apuntó que hay ciertos aspectos que sí se están considerando a favor de ellos y que en alguna medida las nuevas generaciones ya tienen conocimientos más sólidos de la enfermedad teniendo como base la ciencia, más allá de las falsas creencias. Dijo que son justamente esas actitudes de rechazo las que hacen que las personas que viven con VIH se aíslen, ocasionando en muchos casos sentimientos y sensaciones de tristeza.

Juan y don Ricardo coinciden en que los espacios laborales son casi nulos para las personas con VIH, ya que cuando se enteran en la empresa que tienen el padecimiento buscan excusas para separarlos de sus cargos; comentaron que algunas de estas estrategias las disfrazan de buenas intenciones, como los chequeos médicos regulares. En ese sentido, pidieron que se visibilice estos problemas, ya que como personas trabajadoras se sienten relegadas.

El empedrado camino de Kelvin

Kelvin, originario de Honduras, vive en el Oasis San Juan de Dios, llegó al lugar porque sospechaba que estaba infectado de VIH, sin embargo, los estudios salieron negativos; indicó que ante las pocas oportunidades laborales, la inseguridad, así como la enorme desigualdad que se vive en su país de origen, lo obligaron a huir de ahí con sus hijos, el mayor de 10 años, la menor de 5 y su pareja.

Kelvin lamentó que su llegada se diera en tan difíciles condiciones, primero le ofrecieron un lugar en donde estar con su familia en la capital yucateca, sin embargo, al poco tiempo los corrieron sin explicación.

“Vivimos hambre en Honduras, no hay nada, allá todo está perdido, ya no queremos regresarnos, no tenemos nadie ahí”: lamentó.

Kelvin, si bien no tiene VIH, expresó que vivió discriminación no por ser portador de la enfermedad, sino por el simple hecho de que él y su familia son migrantes.

El joven de 28 años, hasta antes de la pandemia, se desempeñaba como ayudante de albañil, pero se siente inseguro por el futuro de su familia, indicó que su mayor sueño es regularizar su situación legal en el país y tener un lugar para él y su familia.

Juan, don Ricardo y Kelvin son personas que han experimentado la segregación a raíz de una discriminación que parece sistemática, unos por ser portadores del VIH y Kelvin por ser migrante, ellos tienen el refugio y lo perciben justo como un Oasis, han comentado que se tienen muchas necesidades, por lo que se invitó a los interesados a donar para esta causa, basta con visitar las redes sociales del Oasis San Juan de Dios para saber la manera de apoyar a esta población vulnerable

Por Guillermo Castillo

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