Yucatán

Agobian a ciudadanos largas caminatas para abordar su transporte en Mérida

Usuarios del transporte público relatan su experiencia con la reubicación de paraderos por la implementación del Plan de Mejora a la Movilidad en el Centro de Mérida.
Fotos: Enrique Osorno

Para muchos, el cambio de paraderos del Plan de Mejora a la Movilidad del Centro de Mérida significa una larga caminata de unos 25 minutos, bajo el sol y con altos niveles de humedad, como el caso de la señora Teresa Caamal Itzá, quien recorrió a pie una distancia de 1.11 kilómetros para llegar a donde abordó el camión que la llevaría al Hospital del IMSS de la T-1.

Por su parte, el señor Ricardo Poot caminó 1.18 kilómetros para llegar donde se encuentra el autobús que lo llevaría a Caucel Pueblo. Le tomó 25 minutos y, como doña Teresa, lo agobió el calor y el bochorno que marcaba 29 grados centígrados con una humedad del 78 por ciento.

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La señora de 42 años vive en la colonia Leona Vicario de Kanasín y salió ayer de su casa a las 9.15 de la mañana, con la intención de llegar a Mérida para visitar a un familiar que se encuentra ingresado en el Hospital de la T-1. Tuvo que esperar, según narró, como media hora su camión y finalmente llegó a las 10.15 de la mañana al nuevo lugar de descenso cerca del parque de San Cristóbal, en la calle 69 por 50.

“Antes el camión me dejaba por el San Benito (59 por 56), pero hoy ya me dejó por San Cristóbal, por la iglesia, pero sí afecta la caminata; creo que muchos no llegarán al trabajo porque está muy lejos y a los que estamos gorditos nos cuesta más trabajo”, expuso.

Expuso que antes de la reubicación caminaba del San Benito a la calle 56 por 61 y ahí paraba su autobús. Caminaba como unos 550 metros, la mitad de lo que tiene que recorrer a pie ahora.

“Ese es mi rumbo, porque ahora voy a la T-1, pero también me dicen que por esa zona para el que va a Tapetes, a Montes de Amé, y ni modos, hay que caminar, aunque está terrible el bochorno y el sudor, ya me cansé”, comentó.

Teresa llegó a su nuevo paradero en la calle 55 por 48, a dos calles del Parque de Mejorada, a las 10.40. En esta caminata tuvo que parar unos 5 minutos para pedir orientación del personal de la Dirección de Transporte para ubicar el lugar donde abordaría su transporte.

Por fortuna, el autobús que la llevó a la T-1 estaba casi vacío, se subió y tomó un lugar, pegada a la ventana y llegó a su destino a las 10.55 horas. El trayecto fue rápido, duró alrededor de 15 minutos. En total caminó 8 calles largas, de Sur a Norte.

El señor Ricardo, de 41 años y oficio albañil, caminó desde la zona donde lo dejó su autobús, en la 71 con 60, hasta la 65 con 70, para dirigirse a Caucel Pueblo.

A las 8.55 de la mañana, cuando empezó su caminata, el calor ya marcaba 28 grados y una humedad del 78 por ciento, narró que se dirigía a Caucel Pueblo a ver si conseguía un trabajo, porque actualmente está laborando en Los Almendros de Ciudad Caucel, pero pronto terminará la chamba.

Él vive en la colonia Emiliano Zapata Sur y antes el transporte que lo llevaba al Centro paraba en la calle 58 con 69 y sólo caminaba unas tres calles para tomar su transporte de Caucel. Pero ahora tuvo que caminar 25 minutos, 8 calles y bajo el bochorno.

“Yo veo que ahora esto es un poco complicado porque es mucha la distancia que hay que caminar y mucha gente va a llegar tarde a su trabajo”, comentó.

Además de la larga caminata, del calor y demás, tuvo que salir de su casa desde las 7 de la mañana y comentó que tuvo que esperar su camión como una hora, porque ahora con la pandemia no hay camiones y tardan.

Ricardo caminaba con su mochila en la espalda, en la que dijo llevaba sus herramientas básicas de albañil: cuchara, flexómetro, martillo y cordel, “porque hoy voy a pegar loza”.

“Ahora voy a ver un trabajo en Caucel Pueblo y de ahí voy a Los Almendros en Ciudad Caucel, porque ya voy a terminar la chamba que estoy haciendo en dos o tres días. Ahora pues está bueno este ejercicio de caminar, está buena la sudada, pero lo que pienso es que será difícil para las personas de la tercera edad”.

“Ya estoy bien sudado, un poco más y llego caminando a la chamba”, señaló.

Dijo que, en su caso, desde semanas antes que se empezó a promocionar lo del cambio de paraderos se informó. Cargaba su mapa impreso con las nuevas ubicaciones, pero en realidad se guiaba mirando su mano, en la que traía escrito el lugar donde ahora tomará el transporte para el Poniente.

Siempre usó camión, pero ayer, luego de la caminata, llegó finalmente a las 9.20 de la mañana al lugar donde tuvo que subirse a una combi, la que por cierto, a diferencia de los camiones, no tenía ninguna división entre las personas, con plásticos o mamparas, y al interior de la unidad no era la mínima requerida.

Por David Rico