Muchos conocen la actividad como mecánico de bicicletas de don Anselmo Quezada Chalé, de 67 años, más conocido como Popochas, pero muy pocos saben de su faceta de árbitro en la década de los 80s.
Entrevistado en su taller de bicicletas, donde colocaba una canastilla a una unidad de dos ruedas, dijo que están de moda ya que el uso de bolsas de plástico está desapareciendo en el puerto.
Abrió el baúl de los recuerdos y compartió que fue árbitro de fútbol en la década de los 80s. En ese entonces se respetaba la figura del nazareno en la cancha, tanto jugadores como público en general.
Comentó que fue liquidado en una empresa en la que trabajaba, se fue de mojado a Estados Unidos a perseguir el sueño americano y decidió regresar a su lugar natal.
Emergió de la escuela de árbitros que dirigió Avilés Baba y recordó una anécdota de su maestro, cuando en un partido amistoso en Yucatán del equipo Cruz Azul, amonestó a la figura del momento, Atilio Ramírez.
El jugador profesional se molestó, le fue reclamar y le preguntó si lo conocía, le dijo que si, que era uno de los 22 jugadores en la cancha nada más, eso demostró que en el terreno de juego era justo y honesto a la vez.
Estas cualidades de su entonces maestro lo asimiló y decidió unirse al colegio de árbitros que estaba integrado por Juan Lara, uno que sólo lo recuerda como La morsa, Acrelio Llanes, Gonzalo Ku Gato, Wayo e Ismael Flores Mayito, Agapito; de los de recién ingreso estaba José Cooper Hevia y otros más que escaparon a su memoria.
Estuvo como árbitro durante 12 años, en ese entonces el nazareno era una figura respetada, sus sanciones se aceptaban y más cuando eran expulsiones por faltas graves, pitó en los campos de la Bondojo, Vicente Guerrero y del ex rastro.
En ese entonces era apoyado por Juan Fuentes, cuando se formó una liga municipal en la que los árbitros se concentraban de todas las disciplinas y se impuso un fuerte rigor.
“Los padres de familia siempre apoyaban a los árbitros, no como ahora que alientan al jugador, sobre todo a los niños a protestar todo el tiempo, insultan al silbante”.
También ve muy mal que tanto los dirigentes como presidentes de liga cobren por las faltas y castigos para que vuelvan a jugar, como si nada hubiese pasado. Recordó que en cualquier partido, del deporte de su preferencia, si detectaba a algún jugador que estuviera entre el público, que amenazara o insultara a los árbitros, era castigado después, dando la notificación y la causa.
“Ahora la figura del árbitro sólo es decorativa, ya no representa nada, a cada rato son humillados y agredidos físicamente”, destacó.
Por Alfredo Canto May