Yucatán

Francisco Fernández, de oficio alarife, retomó la elaboración de artesanías desde hace tres años y narró que aprende de artesanos de todo el mundo gracias a las ventajas de la tecnología

El señor Francisco Fernández Ortegón de 63 años de edad, es un albañil que ha retomado la elaboración de artesanías a base de bejucos de “Anikab”, rescatando una tradición que forma parte de un valioso arte ancestral.

“Lo que bien se aprende, nunca se olvida”, reza el refrán que ha puesto en práctica  don “Pancho”, como es conocido en la comunidad, quien en los últimos tres años ha estado elaborando desde canastos, utensilios y demás ornamentas con la fibra vegetal.

Sentado en el patio de su domicilio ubicado sobre la calle 28 entre 25 y 27 de la colonia San Cosme, el sexagenario platicó acerca del laborioso trabajo que también representa un patrimonio cultural ancestral.

Fue a la edad de los 12 años cuando el hombre aprendió dicha actividad, gracias a su padre, un campesino que aprovechando las bondades de la naturaleza elaboraba de forma empírica los tradicionales canastos para almacenar el maíz que cosechaba.

“Veía cómo lo hacía mi papá y comencé a practicar elaborando algunos pero luego lo dejé de hacer, hasta que lo retomé hace poco”, compartió el hombre, aparentemente, el único en el municipio que efectúa dicho trabajo.", señaló

Si bien aprendió la elaboración de las piezas a temprana edad, la retomó parcialmente hace tres años alternándolo con el oficio de albañil; pero con la contingencia sanitaria que trajo la pandemia del COVID-19, ahora se ha enfocado a la elaboración de artesanías.

“Una ocasión visité a mi cuñado quien estaba amarrando su casa; vi que le sobró la guía (bejuco) y le dije que me lo regalara para hacer un trabajito. Hice una muestra pequeña y vi que quedó bien”, relató el hombre sobre la curiosidad que despertó nuevamente la práctica artesanal.

Ahora, en sus ratos libres, con paciencia, habilidad y técnica, va tejiendo bellas artesanías a base de fibra vegetal mejor conocida como bejuco; con los dedos de una mano presionaba y con los otros iba enhilando el bejuco con agilidad para crear bellas piezas de arte rústica.

Como cada trabajo, requiere de su tiempo y esfuerzo. Primeramente, el hombre dedica un día para conseguir la materia prima (bejuco) que obtiene del monte luego de varias horas de búsqueda.

Posteriormente, pone a remojar el material un determinado tiempo para dejarlo manejable y, finalmente, comienza la elaboración de la pieza artesanal que puede llevar un día de confección, dependiendo del tamaño y donde incluso, pone en práctica las matemáticas.

Además del bejuco de “Anikab”, don Pancho también está implementando el uso de la fibra vegetal obtenida del árbol o de palma de “viajero” y palmito para ampliar la variedad de piezas que confecciona.

Uso de la tecnología

Para ir perfeccionando su técnica y a la par, innovar diseños, don Francisco Fernández está haciendo uso de los medios tecnológicos para complementar sus conocimientos y aprendizajes; “Hay que sacarle provecho a la tecnología, si lo utilizas para bien, es bueno”.

Platicó que a través de Facebook ve el trabajo que otros artesanos elaboran en otras partes del mundo.

“A veces me preguntan si entiendo lo que dicen ya que está en otro idioma, pero yo me fijo en los movimientos de las manos, ya tengo el conocimiento y conozco el trabajo”, aseveró.

Luego de varias décadas, el hombre le ha “agarrado” nuevamente el gusto a la creación de bellas obras dearte tradicional que pone a la venta del público. Fue la publicación de su nieta, hecha a través de las redes sociales, lo que dio a conocer el trabajo.

Actualmente, elabora diferentes modelos de canastas, adornos e incluso sombreros; el precio de las piezas van desde los $50 pesos en adelante, dependiendo del tamaño, el material que lleve y el tiempo de confección; “a veces me mandan algún diseño que quieren y lo realizo”, comentó.

Con la contingencia epidemiológica por el coronavirus y las medidas de prevención, don Francisco está dedicando más tiempo a elaboración de artesanías a base de fibra vegetal, rescatando una tradición que forma parte de un valioso arte ancestral.

“Con eso de que ahora no se recomienda salir, prefiero quedarme en casa e invertir mi tiempo haciendo artesanías que me ayudan como un ingreso en el gasto familiar”, culminó el señor Fernández Ortegón.

La técnica del tejido y el bejuco, sin duda hacen de cada pieza un verdadero trabajo artesanal de valor cultural, elaborada tradicionalmente por las manos mágicas que ponen en manifiesto la laboriosa labor que ha perdurado por décadas.

Carlos Ek Uc