Un cierre de año muy difícil vivió la industria zapatera, comentó el señor Jorge Acevedo, dirigente local de la Cámara de Comercio del ramo, argumentando que en la Perla del Sur, en especial a raíz de las medidas tomadas por la pandemia del coronavirus, no se ha permitido que se desarrollen actividades comerciales en busca de un mejoramiento de la economía, ya que incluso en otros municipios las autoridades han sido un poco más flexibles, citando que, por ejemplo, en la ciudad de Mérida han tenido más oportunidades para implementarlas.
Desde el mes de noviembre, ante el embate de la crisis económica por la falta de mercados, los comerciantes locales se vieron en la necesidad de implementar otras estrategias para tratar de captar recursos económicos que les permitieran subsistir; estando entre éstas la realización de tianguis zapateros que se pudieron hacer en la capital del Estado, en algunas plazas comerciales, en el estacionamiento del Complejo Deportivo Kulkulcán y en Ciudad Caucel.
En el municipio no hubo anuencia por parte del Ayuntamiento para implementar estas estrategias, en la que cifraban muchos productores zapateros sus esperanzas para aliviar un tanto su situación económica. Los que participaron en los tianguis que se hicieron fuera se sintieron bastante aliviados al lograr desplazar gran parte de su producción, aunque sea a precios de remate, ya que esto les permitió solventar en algo las necesidades familiares y de sus empleados.
Asimismo se manifestó agradecido de clientes antiguos de la zapatería ticuleña que han solicitado un surtido de modelos en estas tres primeras semanas del año, aunque el problema que enfrentan ahora los productores es la falta de calzado a raíz de que muchos talleres se quedaron sin mano de obra, ya que por la falta de capital no pudieron pagar a sus zapateros, muchos de los cuales tuvieron que ingeniárselas y transformar sus modos de vida para hacer frente a la falta de empleo.
Ahora los patrones se ven en la necesidad de contratar gente para rehacer una nueva base laboral, capacitando a jóvenes para que pasen a formar parte de la planta de empleados de las zapaterías, ya que de no hacerlo la industria zapatera corre el riesgo de colapsar, teniendo que ver cada quien por el futuro de sus fábricas, ya que desafortunadamente no ha habido apoyos para la industria zapatera, ni programa alguno para hacer frente a la crisis que se vive actualmente.
El mayor temor de obreros y dueños es que se pudiera suscitar otro cierre obligado de comercios “no indispensables”, lo cual haría sumirse a la industria del calzado en una crisis económica mucho más difícil de la que actualmente se vive.
JG