A un costado de la carretera rumbo a la comisaría de Tabí se encuentra una iglesia abandonada, la cual es denominada por los habitantes como “el santuario”, pues su estructura tiene más de 300 años.
Según cronistas de la ciudad, allí se realizaban las evangelizaciones después de la Conquista, y aunque ahora es punto obligado de los turistas para tomarse fotografías por su ambiente colonial, los pobladores dicen que el sitio está embrujado.
Su localización exacta es en la calle 18 con 21 en vía principal que divide Tabi y la cabecera del municipio. Los maya hablantes del lugar lo describen como la antigua iglesia principal de Sotuta que data de los años 1700 erigida por españoles para evangelizar a los pueblos mayas.
“La verdad, en mis 70 años, nunca he visto o vi gente en esa iglesia abandonada, tal vez porque no era de salir a mi casa, pero mi abuela contaba que su bisabuela vio en su apogeo el lugar,” comentó Margarita Rodríguez, prima de una de las vecinas que habitan por allí.
En sus inmediaciones se ven vestigios importantes de la mezcla de culturas como el símbolo de la roseta hexapétala que era signo de los pueblos y cultura indoeuropea, utilizada desde antes de la edad de bronce por diferentes pueblos, en España se localizaba en el Norte de la Península ibérica, por lo que al llegar a Yucatán adornaron sus templos con este símbolo como muestra de dominio.
Los maya hablantes de más de 80 años comentaron que lo poco que recuerdan de ese lugar es que iban a catecismo, pero un día cerró sus puertas y nunca nadie volvió a hacer los rituales eclesiásticos allá, hasta que tiempo después y por exigencia de los lugareños, se fundó la iglesia que se encuentra en el centro del municipio. Sin embargo, todos cuentan una versión diferente, que en lo único que no difieren es que El Santuario de la localidad está embrujado.
“Recuerdo que mis tías allí iban a catecismo, a mí nunca me dejaron ir, pues era muy pequeña, pero a ellas sí, fue la primera iglesia. Desde que dejó de funcionar y se hundió en la maleza no supe más, sólo que está encantada”, agregó Carmina Rodríguez de 82 años, vecina de la localidad.
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