Creada hace 69 años (1952), por Mariano Castillo Castro, quien falleció hace cuatro años, la planta de refrescos sin gas Saborín se mantiene vigente, pese a que por diferentes motivos ha dejado de funcionar en tres ocasiones, hoy busca recuperar el terreno perdido, dijo la actual propietaria y nieta de su creador, Daniela Castillo Lavache.
La empresaria recordó que junto con un socio, cuyo nombre no pudo recordar, su abuelo instala la fábrica en su casa de la colonia México, al lado de donde hoy se ubica una sucursal de Bancomer, años más tarde se traslada a un local en el cruce de las calles 69 y 58 zona centro, en contra esquina del Monte de Piedad, inicialmente los productos se vendían sueltos, en cajas de cartón, luego en cajas de madera (huacales), para aumentar la producción se pasa a un predio de la calle 47 del barrio de Santa Ana y debido a una huelga, su abuelo se declara en quiebra.
En su segunda etapa comienza a funcionar en un local de la calle 72 por 47, y luego en la calle 35 entre la 40 y 42 de la colonia Jesús Carranza, cuando la Secretaría de Salubridad exige que el producto se venda en doble envoltura, comienzan a ser envasados de esa manera y en paquetes de plástico con 25 piezas, con 5 diferentes sabores.
En el primer logotipo o imagen del producto sólo contenía el nombre actual, luego se promocionó con una foto de los cinco nietos del fundador vestidos con trajes regionales, alrededor de una nevera y el nombre de la marca y cuando su papá Fernando Castillo Puga compra la fábrica, el empaque sólo tiene la imagen de dos pequeños.
En la segunda etapa extienden su mercado a Cancún, Quintana Roo; a la sucursal de San Francisco de Asís de Mérida, que junto con Súper Maz eran sus principales clientes.
En ese tiempo, su papá que se había graduado de contador y comenzó a trabajar con su padre desde los 12 años de edad, compra la planta, porque su papá decide instalar un pequeño rancho por el rumbo de Xmatkuil, etapa en la cual amplía su mercado a Progreso, Caucel, Umán, Hunucmá, Valladolid y ocasionalmente en Tizimín.
Campeche imposible de conquistar
Comentó que debido a la competencia jamás lograron vender el producto en el estado de Campeche, donde no les permitían entrar, incluso en una ocasión a pesar de tener una camioneta llena de pedidos, se tuvo que regresar porque no le permitieron llegar a esa ciudad.
La planta cierra por segunda ocasión, hace nueve años, cuando la contadora y responsable del pago de impuestos se sale, porque la descubren realizando desvíos que disfrazaba con pago a la autoridad hacendaria, situación que se agrava por la fuerte competencia con otras marcas.
Dos años más tarde, vuelve a reactivarse siempre en otro predio de la colonia Jesús Carranza, frente al parque deportivo, porque muchas personas comenzaron a pedir producto para su comercialización. Pero su esposo se enferma y para evitar un tercer cierre decide ponerla en venta y aun cuando varias personas mostraron interés ninguna se animó, pese a que se ofreció para darles acompañamiento hasta que aprendieran el manejo de la misma.
Tercera etapa
En noviembre del año pasado y pese a que la producción bajó por los efectos de la pandemia del COVID-19 y por las elevadas temperaturas, se ve obligada a parar por tercera ocasión, hasta que regresó hace poco más de 15 días, porque sus clientes volvieron a realizar pedidos y tuvo que realizar unos préstamos a sus proveedores; de nuevo vuelve a surtir, pero ahora se enfrenta a otro reto igual de grave, ya que la dueña del predio que renta, ha decido venderlo y le pide que se salga, por fortuna le explicó que no es sencillo sacar la maquinaria y el equipo, porque debe ser desmontado por técnicos que cobran mucho más de lo que paga de renta y como apenas comienza la temporada de calor, sus volúmenes de venta apenas y dan para subsistir, sólo cuenta con una camioneta y un repartidor, por lo que requiere un tiempo más para encontrar otro local y luego montar la planta.
Castillo Lavache dijo que pese a las adversidades buscará la manera de mantener activa la fábrica, y para ampliar su mercado hoy ofrece su producto casi a precio de fábrica, lo que ha motivado a muchos de sus clientes, ahora con la ayuda de las redes sociales, y cuenta con distribuidores en Progreso, Caucel, Kanasín, pero no han podido regresar a Cancún, Cozumel y Playa del Carmen, debido a la pandemia.
Ahora, Saborín sólo depende de los micros y pequeños comerciantes de apenas unos cuantos municipios del Estado.
SY