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Yucatán

Rescate de zarigüeyas, una labor de simpatía para la especie en Progreso

La progreseña Wilma Beltrán se dedica al rescate de las zarigüeyas desde el 2016, y busca dar a conocer los beneficios de la especie
Jesús López

“Ver con los ojos del corazón, antes de ver con los de la cara”, con esta frase la rescatista de zarigüeyas, Wilma Beltrán Sánchez, mercádologa de 31 años, hace un llamado a toda la comunidad que no tiene simpatía hacia esta especie, para no juzgarlas y adentrarse en los múltiples beneficios que trae su presencia.

Su labor tiene un lustro dentro y fuera de Progreso, y consiste en adoptar a los ejemplares para cuidarlos en su hogar, adecuarlos a su hábitat dentro de un espacio que instaló en su patio y, finalmente, liberarlos en un espacio que les otorgue una vida llena de calidad.

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Primeros acercamientos con las zarigüeyas

“Cuando era niña recuerdo que en el patio de mi casa vi a un trío de zarigüeyas enroladas, un familiar me dijo ‘mira que feas son’, en mi criterio de infante tomé la decisión de formar mis propias ideas respecto a cualquier animal; desde pequeña sentía un cariño especial por la naturaleza y quienes la habitaban”, relató.

Posteriormente, ese pensamiento generoso y altruista se fortaleció gracias a la materia extracurricular “Rescate Animal” que le impartía la también rescatista Maura Lezama García, en el Colegio de Bachilleres.

Integración a “Rescate Zarigueyal”

Sin embargo, el ejemplar que le cambió la vida fue “Chipitina”, una zarigüeya en primera etapa de crecimiento que se encontró en el año 2016, en medio de una sesión de entrenamiento de gimnasio.

“En ese tiempo yo no tenía mucho apego con ellas, pero cuando la vi caminando lento tuve, junto con mi ahora esposo, Ángel González, la necesidad de llevarla a mi hogar para darle atención; mi sorpresa fue mayor cuando en la veterinaria me dijeron que al otro día podía ser liberada, pero que no había un lugar donde darle una rehabilitación más adecuada”, comentó Beltrán Sánchez. 

La altruista rememora que llegó a su casa, aún con la cría en sus brazos, a buscar en las redes sociales algún grupo que diera a animales no domésticos algún tipo de cuidado; cuando estaba a punto de darse por vencida encontró la página “Rescate Zarigüeyal”, del joven Enrique Valdez Escobedo, quien por su cuenta manejaba la iniciativa que hoy día tiene en sus filas a más de 30 elementos voluntarios.

Ese mismo día, Wilma Beltrán se unió al cuerpo de rescate y, entre ambos, iniciaron labores de auxilio que al principio vinculaban con veterinarios especializados en rehabilitación de especies.

Desgraciadamente, a la par de sus primeros rescates decidió adoptar a la zarigüeya que se encontró haciendo ejercicio, a la cual bautizó como “Chipitina” y a quien le arrebató su instinto de supervivencia mediante los cuidados que le daba, como si se tratase de una mascota como un gato o un perro.

“Le daba su comida en el hocico, la mimaba, dormía conmigo; cuando me decidí a liberarla, la especialista me dijo que no lo hiciera porque al tenerla en un hábitat que no acostumbra su especie, le quité su instinto, por ello no sobreviviría; al final ‘Chipitina’ se convirtió en un integrante más de la familia”, agregó.

La experta, con base en la experiencia, afirma que el tiempo de vida de las zarigüeyas, es de sólo tres años, por lo que “Chipitina” murió a finales de 2019 y provocó un vacío emocional en su dueña, quien hoy día conserva varios recuerdos del tiempo de vida de su peculiar mascota.

Más de 700 rescates hasta hoy

Posterior al episodio relatado, los llamados a través de la plataforma Facebook eran cada vez mayores, gracias al prestigio y ética con que hacía su labor.

Wilma Beltrán agradece que en este camino quienes han ayudado a la integración de su conocimiento han sido las veterinarias Martha Pérez, Sandra Monforte y Sisan Ringenbache.

“He llegado a tener hasta 21 zarigüeyas en mi casa, a todas mis ‘adoptadas’ las cuido de la mejor manera, a todas les otorgo un seguimiento adecuado y las libero según las maneras de su hallazgo; todo esto es por gusto, no tengo un pago por ello, yo en un principio empecé invirtiendo de mi propio dinero, ahora poco a poco han surgido donaciones para alimento como frutas, lácteos; material de curación como yodo, cloro, agua salina, gasas, entre otros productos”, abundó.

Su hogar recuerda que lo adecuó a la necesidad de su trabajo, siendo en el interior donde alimenta y cura a las especies, mientras que en el patio formó una especie de campo con rocas, troncos de árboles y pasto para mantener a las zarigüeyas ahí, luego de que por propia cuenta pueden mantenerse en pie. Al final se les libera según las circunstancias del hallazgo.

“Si las encuentro en zonas naturales, luego de su rehabilitación se les suelta cinco kilómetros dentro de la maleza; si la ciudad es donde encontramos al ejemplar, luego de curarla se le lleva a un terreno baldío lejos de perros que les puedan hacer daño”, aseguró.

Asimismo, aconseja que en caso de algún avistamiento, lo primero sea llevar a la zarigüeya herida con un profesional, si se trata de algún caso que pueda resolver la emprendedora, pone a disposición las páginas de Facebook “Rescate Zarigüeyal” y “Naranjita y Chipitina Possum Girls”; también está disponible su cuenta personal “Wil Beltrán”.

Concientización: mayor objetivo

Dentro de todos estos años, la también publicista puntualizó que su mayor logro ha sido la concientización que se ha logrado gracias a sus múltiples estrategias cuando acude a un rescate.

“Antes de empezar el traslado, le otorgamos a quien nos contactó una plática informativa, ha sido favorable la respuesta pues la misma gente se sorprende de cuánta desinformación rondaba en ellos; uno de mis logros personales es concientizar a mi familia, especialmente a mi papá, Víctor Beltrán Kú, al principio era muy ajeno a mi actividad”, subrayó.

Parte de esta concientización para la ciudadanía, empieza con pensar sobre la razón de sus llamados en caso de avistamientos: “Primero debemos saber por qué en verdad queremos sacar de nuestras casas a las zarigüeyas, todas ellas recibirían sin problema adjetivos como flojas y agresivas, si no nos están perjudicando lo mejor sería dejarlas ahí”.

En caso de optar por expulsarlas de casa, Wilma Beltrán comenta que lo primero que exhorta a hacer es que sea la misma familia que expulse a su “visitante”, esto para perder el miedo y romper paradigmas.

“Para los principiantes, aconsejo que de día tomen un contenedor adecuado y las tomen de la cola, no las lastimarían porque esta parte de su fisonomía es rígida, si el temor no se va, podrían envolverlas en algún trapo que las cubra”, expresa la animalista.

La edad también juega un papel muy importante, insiste: “si tienen pelaje, orejas rosas y dientes formados perfectamente, están en una etapa juvenil, esto quiere decir que si son más jóvenes, están aún en crecimiento y necesitan de la madre para sobrevivir, de lo contrario sólo tendrían un 30% de posibilidades de tener calidad de vida”, dijo.

Buscan romper mitos

Actualmente, la ciudadanía suele confundir a las zarigüeyas con ratas, zorros y hasta con ardillas, Wilma Beltrán busca tumbar esas barreras a pesar de remar contra la corriente que emerge de ideas falsas y mitos que se han formado a través de los años.

“Una zarigüeya no transmite rabia, controla plagas en la zona que habiten, al ser omnívoros se alimentan también de pequeños roedores y serpientes; tampoco son agresivas, incluso sólo atacan cuando están en peligro, si sus depredadores intentan hacerles daño, abren el hocico y emiten un sonido peculiar para alejar la amenaza, son tan miedosas que cuando llegan a un punto, se “hacen las muertas” como estrategia de supervivencia. Otro modo de sobrevivir es emitiendo un líquido verde por medio de las glándulas anales”, explicó.

Otra ventaja que traen gracias a su fisonomía, es la rápida manera para recuperarse de ataques como atropellos y maltrato de la ciudadanía por las ideas falsas mencionadas.

“Deberíamos darnos la oportunidad de conocer mejor el mundo de las zarigüeyas, estoy segura que nos cambiaría la perspectiva al saber de las fortalezas que ofrecen para el ecosistema: hay que ver con los ojos del corazón y no con los de la cara”, afirmó.

La experta en mercadotecnia y atención a las zarigüeyas, asegura que la especie bajo su protección se encuentra ahora en etapas de reproducción, por lo que en caso de ver alguna transitando en la vía pública, se pide pensar dos veces antes de atentar contra ellas.

“Tengo una satisfacción enorme por mi trabajo, todos tenemos metas en la vida y yo he cumplido a través de esta labor mi sueño; espero que seamos un factor de cambio en el entorno que más nos guste para poder cambiar a nuestra sociedad y evitar su descenso ante tantas situaciones negativas que nos atacan hoy en día”, concluyó.

Entre mar, brisa fresca y Sol... esta es una edición más de la Enciclopedia Progreseña: personajes, anécdotas e iniciativas que cambiaron el rumbo del puerto.

SY

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