Laura Naranjo es una venezolana que, junto con su familia integrada por 4 miembros, migró de su país de origen a Yucatán, particularmente a la capital de estado. Después de 15 años de residir en el Mayab, ya se siente integrada y añade que cada vez un mayor número de sus paisanos elige la entidad para hacerla su segunda patria.
Laura Naranjo estimó que hacia el 2017 habitaban en la entidad unas 600 familias venezolanas; a cuatro años de distancia, consideró que este número es aún mayor.
Relató que las historias en cuanto al tema migratorio de venezolanos hacia México y, particularmente en Yucatán, son muy diversas, como diferentes son las circunstancias de las personas. En su experiencia, las situaciones le fueron favorables, tanto a ella como al resto de su familia.
Compartió que hace 15 años llegó al estado, ya que, por cuestiones de trabajo, su esposo aceptó una oferta en la capital yucateca, por lo que tuvo oportunidad de llegar a México en las mejores condiciones.
“En Venezuela, en ese entonces, ya estaba muy difícil la situación y, al final, no pudimos anticipar lo que se venía”, señaló.
Explicó que, tras la situación económica, así como política que Venezuela atravesó y sigue experimentando, muchos de sus coterráneos han solicitado refugio en distintas naciones, entre ellas México, por lo que poco a poco va creciendo el número de venezolanos que han llegado para quedarse.
Expuso que no todos la han tenido tan fácil como ella y su familia, ya que muchos, ante la compleja situación en ese país sudamericano, tomaron la decisión de manera no informada de dirigirse a países como México, pero se les ha negado el acceso.
Estrategia fallida
Abundó que algunos de sus paisanos decidieron huir de Venezuela para llegar a México, primero como turistas y luego para quedarse, estrategia que no todas las veces resultó. Destacó que lo mejor es realizar un viaje informado, es decir, si ya se ha tomado la decisión de salir de Venezuela realizar los trámites necesarios para solicitar refugios, proceso que lo puede hacer cualquier persona al pisar un país que no es el suyo, pero está en las autoridades migratorias aceptar o no.
Abundó que, siendo muy mediática y notoria la situación actual de su país de origen, muchas veces el estado se reserva el derecho de admisión.
“El estado Mexicano conoce muy bien sus deberes y derechos, por eso en muchos de los casos se reserva el derecho de admisión con los ciudadanos de algunos países, entre ellos de Venezuela”, externó.
Laura Naranjo dijo que no todas las historias para entrar a México se han llevado con éxito, ya que su hermano trató de ingresar a territorio nacional en el 2019. Sin embargo, quiso hacerlo como turista para quedarse por tiempo indefinido, pero no lo logró.
Lejos de ser lo que esperaba, se volvió una experiencia traumática, ya que permaneció más de 15 horas en una habitación fría en el aeropuerto de Cancún, Quintana Roo, sin acceso a servicio alguno, incomunicado y finalmente regresado a su país.
En contraste, externó que una vez que ya han adquirido la naturalización ella y su familia, fue más sencillo y las autoridades mexicanas aceptaron a sus padres, quienes el día de hoy viven y se han adaptado a la forma de vida de la capital yucateca.
“Al final de cuentas, la información es poder y hay figuras legales que permiten a las personas un proceso migratorio menos difícil, porque no es solamente entrar, sino que hay otras cuestiones, como buscar el sustento diario”, reflexionó.
Comentó que tal vez una de las situaciones que viven sus compatriotas en territorio mexicano, que no han regularizado su estancia, es encontrarse en situaciones de subempleo o carecer de ofertas de trabajo.
Se emplean en todo
Derivado de lo anterior, resaltó que en la comunidad venezolana en Mérida se puede encontrar personas que se ocupan prácticamente en todo: vender comida típica de su país, realizar artesanías, dedicarse a la mecánica, reparaciones en general, etc.
Laura Naranjo y su familia, en el transcurso de estos 15 años, han hecho de Mérida su segunda patria, con la ayuda de sus seres queridos y con amigos yucatecos siente que sus hijos ya son más mexicanos que venezolanos.
“Nos queda muy claro que los venezolanos aquí somos embajadores de nuestra tierra en otro país y que muchas veces el yucateco se ha comportado como un verdadero amigo”, concluyó la entrevistada.
SY