Yucatán

'Apesta a cochino': Niños se quejan del olor que genera granja porcícola en Izamal

“Se te quitan las ganas de comer y a veces, el olor hace que se me revuelva el estómago", comparten los niños ante la contaminación que generan las granjas porcícolas
“Huele al desperdicio de los cerdos, más en la noche y en la madrugada", comparten los niños / Daniel Silva

Conscientes de que una granja de cerdos puede contaminar el agua que está debajo de sus pies, lo que perjudicaría su salud en un futuro, 60 menores entre niños, niñas y jóvenes de Sitilpech, comisaría del Pueblo Mágico de Izamal, exigieron que se cierre este criadero de cochinos, porque la contaminación del aire ya empezó a afectar sus actividades como jugar y comer.

Uno de los menores que alzó la voz en contra de la granja porcícola que está afuera de su comunidad, fue Francisco, quien comentó que la contaminación del aire es todos los días y sabe que proviene de ese lugar porque el aire que respira “apesta a cochino”, lo cual ha perjudicado su día a día y no sólo de él, también de sus vecinos y amigos del pueblo.

“Huele al desperdicio de los cerdos, más en la noche y en la madrugada, según lo que relatan en el pueblo, ya que es cuando los cadáveres de los animales se incineran para evitar regalarlos”, dijo este menor de edad, quien agregó que los malos olores, también se perciben cuando almuerza con sus padres.

Dijo que, desde la llegada de la granja porcícola, llamada “Kancabchén II”, un sitio de engorda que está bajo el modelo de aparcería de Kekén, según han comentado los propios pobladores, no se puede comer como antes, porque “huele como si a lado de nosotros estuvieran los cerdos o estuviera sucio todo el lugar”.

“Se te quitan las ganas de comer y a veces, el olor hace que se me revuelva el estómago, no siempre, cuando el olor llega muy fuerte es cuando no me dan ganas de comer y me provoco, pero no he llegado al grado de vomitarme”, indico el joven, quien dijo que el mal olor se percibe hasta en el centro del pueblo.

Agregó que si tuviera la oportunidad de hablar con el juez que decidirá si otorga la suspensión definitiva de la granja, le diría que cierre la granja de cerdos, porque contamina el agua de subsuelo, perjudicando a la mayoría del poblado, porque están acostumbrados a cocinar con el agua potable, el cual se extrae de los cenotes de la zona.

“Si puede hacer su mejor esfuerzo para investigar un poco más y vea qué situación se está dando en el pueblo y así poder buscar una mejor solución para que todos puedan convivir y si necesita mover la granja o cerrarla que él busque que hacer, pero que tenga en cuenta mi salud”, este sería el mensaje que Francisco le diría a un juez sobre el caso de Sitilpech.

Jimena es otra de las niñas que alzó la voz. “Cuando yo salgo a jugar aquí en el patio, siento como que están quemando chile o basura y no me gusta. Entro y tapo mi nariz porque no me gusta ese olor”, mencionó la infanta en referencia al apeste que produce la granja de cerdos, la cual ella, junto con otros niños han pedido que sea cerrada.

Debido a que no solo ella lo siente, comentó que su mamá le pide a ella y a sus hermanos cerrar todas las ventanas y que prendan los ventiladores para que tengan aire limpio. “A veces voy al rancho con mi papá, lo huelo y no me gusta”, indicó la niña, quien agregó que también se le revuelve el estómago.

“Por favor que cierre la granja porque está conminando todo, sobre todo el agua, porque el agua es lo que tomamos, no necesitamos permiso para tomarlo”, comentó Jimena en referencia de que a lo anterior es lo que le diría a un juez, mientras que Perla reiteró lo que los otros niños ya han comentado: “Huele feo y me tengo que tapar la nariz”.

La niña dijo que el olor que percibe cuando juega en su patio es a cochino y, como hay ocasiones que la apeste llega cuando está comiendo con su familia, hay veces que se le quitan las ganas de comer porque apesta. “Yo le diría que cierre lo de los cochinos porque contamina todo, el agua y porque tiran todo, eso hace que huela feo”, mencionó.

Por su parte, Ventura dijo que él todos los días huele el mal olor, incluso, durante la noche, y para él, el apeste es desagradable. “Cuando estoy comiendo y siento el mal olor me dan ganas de vomitar, pero hasta la fecha no he vomitado, pero sí se me va el apetito”, indicó el niño, quien reiteró lo de los otros niños: que se cierre la granja.

Eliel es otro adolescente que ha sentido el mal olor que produce este criadero de cerdos e indicó que cuando pasan los camiones que transportan a los cerdos es cuando el olor es más penetrante.

“No me gusta el olor porque me da dolor de cabeza o a veces me da ganas de vomitar porque el olor está muy fuerte”, mencionó el entrevistado.

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“Yo he escuchado que la granja contamina el agua y que también contamina la tierra, la cual puede dejar infértil, por lo tanto, afectaría a todo el pueblo. Y si contamina el agua no se puede reparar una vez contaminado y ese es uno de los problemas más graves”, indicó el joven, quien comentó que otra afectación sería hacia la agricultura y ganadería.

JG