Entre los factores por los que las temperaturas en Mérida se han elevado de manera considerable en los últimos años, figura que se ha privilegiado un modelo de desarrollo urbano basado en la densificación constructiva, lo cual significa sustituir suelo vegetal, capaz de absorber agua y calor, por planchas de concreto altamente absorbentes de calor, de acuerdo con la doctora María Elena Torres Pérez, profesora e investigadora de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY).
“Tenemos asfalto y concreto en la vialidad, en las aceras, las viviendas y terrazas; estos dos materiales son altamente absorbentes de calor y no dejan que el suelo sea permeable”, expuso.
Dijo que este ejemplo se puede observar en el centro de Mérida, donde antes las casas de mampostería mantenían sus patios verdes y ahora se ha privilegiado la construcción; una zona intermedia que tenían jardines, pero en los que también se han levantado edificaciones, y otra zona en las periferias de desarrollos habitacionales con los que se han perdido cientos de hectáreas de vegetación y cubierta forestal, que han sido sustituidos por alta densidad constructiva.
Datos consultados del último Informe Semanal para la Vigilancia Epidemiológica de Temperaturas Naturales Extremas, emitido el 12 de julio pasado, señalan que en Yucatán se han presentado 11 casos de golpe de calor y un deceso por esta causa. En Mérida se podría alcanzar en esta temporada el máximo histórico de 43.6 grados Celsius, de acuerdo con la Comisión Nacional del Agua.
En entrevista, la doctora María Elena Torres expuso que los registros cada vez más elevados de la temperatura en Mérida se deben a un conjunto de factores, relativos al cómo se enfoca el desarrollo urbano.
“Desde hace mucho tiempo se ha dicho que no es la manera correcta de construir; que si vas a tener al doble de gente en un área de doble densidad, debería tener el doble de espacios públicos, de equipamiento, pero éstas siguen estando calculadas por metros cuadrados de terreno cuando deben estar calculadas por población”, expuso, y consideró que, sin duda, se podría empezar a construir de otra manera, pero no se ha hecho.
“Cuando uno no sabe las consecuencias, puedes decir que actúas de buena fe, basado en la ignorancia, pero cuando ya hay estudios sobre el calor y que lo único que puede aminorarlo es la vegetación, el suelo verde, y que su conservación sólo puede darse si es público o comunitario. Ante estas expectativas, si quieres asumir un desarrollo sostenible, ambiental, debes empezar a ponerle medidas para ello”.
“Ahora, cuáles son esas medidas, todavía hay que platicarlas y ver cuáles son las adecuadas y empezar a implementar; por lo pronto, el destinado para área verde debe ser un destino, debe ser parte considerado del equipamiento y uno de los más importantes, no solo por sus fines recreativos, sino en su capacidad de formar jardines de microclima que aminoren estas temperaturas urbanas”, expuso.
La especialista comentó que se pueden diferenciar zonas de calor con claridad en Mérida. El primer punto, dijo, es el Centro, que durante años se había caracterizado por ser una zona de temperatura media por las construcciones de mampostería, que no es tan caliente como el concreto.
“Estas viviendas absorbían, y unidas a la acera y a la calle, mantenían una temperatura al exterior, pero diferente al interior de la vivienda, por los techos altos y porque en el traspatio había jardines y demás. Desde el interior se abrían las puertas al patio, al traspatio, y juntos conservaban un Centro de manzana arbolado y esto aminoraba las temperaturas”.
“Pero de un tiempo para acá se incentiva la construcción en los patios, a costa de erradicar las áreas verdes, ahora con una alta densidad constructiva, construcción en general que erradican esas áreas que permitían la posibilidad de absorber el calor”, expuso.
Otra área, intermedia, explicó que es otra donde en los años 80´s; por ejemplo, se privilegiaron los jardines, que han ido desapareciendo poco a pco.
“Se han construido cocheras, patios, y la gente ha elevado segundos o terceros pisos, hay un crecimiento de las áreas construidas con concreto que antes eran de block o bovedilla que son huecas y un poco más resistentes a la absorción del calor”, dijo.
Una tercera zona, explicó, es la periferia urbana, donde han proliferado los desarrollos habitacionales como Ciudad Caucel, sobre ciento de hectáreas de lo que fue suelo vegetal que se ha perdido, para ser sustituido por alta densidad constructiva, el doble de construcción de un área normal.
“En esas zonas periféricas el asfalto unido a la vivienda, la terraza, los patios, son cientos de hectáreas y la presencia del área verde es muy poca, por lo que el registro de temperaturas es muy alta. Además, en esa periferia se quema para erradicar todo lo que sea vegetación para la construcción y esto también eleva la temperatura”, mencionó.
En el texto “Mérida: desarrollos habitacionales y calidad urbana ambiental”, que es una investigación de la doctora María Elena Torres, expone que Mérida es una “isla urbana de calor” como consecuencia de los modelos de desarrollo urbano y de conjuntos habitacionales.
Señala que las condiciones de la isla urbana de calor, se originan en la conducta humana con respecto al medio ambiente natural. Un primer indicador es la densidad población, otro la cantidad de vehículos que ha ido en aumento y en tercer lugar el modelo de desarrollo urbano antes mencionado.
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Añade que el diseño con base en mínimos (vivienda mínima, lotes mínimos, manzanas mínimas, áreas verdes mínimas, vialidades mínimas y equipamiento mínimo) implica la edificación de faltantes y estos aumentan el Coeficiente de Ocupación de Suelo, incluso la saturación de áreas con construcción, lo cual tiene como consecuencia directa que se impide el drenaje pluvial natural y la recarga acuífera del subsuelo (se producen encharcamientos prolongados) y se aumenta la absorción y reflectancia de calor, con el consecuente aumento de temperatura directa y por vapor, es decir, se generan islas urbanas de calor.
GH