La segunda jornada con playas cerradas, por los altos contagios de COVID-19, se vio entorpecida por la invasión momentánea que hicieron varios turistas a lo largo del día, así como a la poca vigilancia de las autoridades policiacas para verificar que se cumpla la norma establecida por la Secretaría de Salud de Yucatán (SSY), indicaron prestadores de servicios.
La afluencia comenzó a llegar desde el mediodía a la Prolongación “Romeo Frías Bobadilla”. Al igual que el sábado, varios asistentes, que pretendían pasar un rato de esparcimiento en la zona de arena, se iban del malecón tras ver el panorama.
Otra nueva restricción fue el impedir a los vehículos que siguieran su curso al salir del malecón junto a la estatua de Juan Miguel Castro, debido a que el área fue delimitada con conos por parte de la Policía Municipal.
Algunos visitantes optaban por acudir a la playa que se ubica a pocos metros del Malecón Internacional, a la altura de la colonia Canul Reyes, aunque esa área también era constantemente vigilada por la autoridad ecológica, al ser ahí ubicación de recale para los quelonios en la actual temporada de anidación de este año.
“Es lo más lógico, ¿a qué van a quedarse? Al final los que pagan los ‘platos rotos’ somos nosotros. Trabajar para el turismo es poco redituable. Diría que debe ser vista por la pandemia como una actividad ‘extra’ y no como un oficio de carácter principal. No hay sustento seguro y este cierre, junto con las bajas ventas, es el mejor ejemplo”, expresó Adonai Moguel, “garrotero” de uno de los restaurantes de la zona.
Alrededor de las 15:00 horas, comenzó una invasión de bañistas, luego de que establecimientos con acceso a la arena dejaran que sus comensales se tomaran fotografías y descansaran sobre los camastros que se colocaron en esas áreas.
Derivado de ello, empezaron a llegar familias que saltaban las vallas y la cinta de seguridad; sin embargo, ante avisos anónimos, llegó una cuadrilla de la Policía Ecológica y agentes de la Dirección de Seguridad Pública y Tránsito para dar recorridos a pie para desalojar a los turistas.
En el lado Poniente del Malecón, incluso se avistaron comerciantes que ayer se perdieron de una buena oportunidad para elevar sus ventas con el turismo que se esperaba, para cerrar la semana.
Algunos de los “invasores” se negaron a dar entrevistas y otros hacían caso omiso, pero uno de los comerciantes, que acudieron a la zona restringida, fue Guadalupe Alcántara, quien aseguró que existe una desesperación del gremio que se dedica al ambulantaje en el puerto por estas normas que sólo fueron aplicadas en Progreso.
En lo que respecta a los artesanos, estos volvieron a faltar a sus lugares de trabajo, pues apenas se tuvieron dos puestos en su nueva ubicación sobre la calle 21.
“No tiene caso venir, y comprendo a los compañeros, les absorbe el gasto su almuerzo, la renta del local y el traslado para venir. Yo tengo otro trabajo, durante el fin de semana me arriesgo a venir, pero no hay quien compre, eso no le interesa al gobierno, hubo una falta de sensibilidad enorme, como si no existiéramos, tiraron la restricción, como si niños y adultos mayores no dependieran del turismo para tener un plato en la mesa”, aseguró un comerciante que prefirió mantener el anonimato, por posibles represalias.
Debido a la falta de actividad, el Malecón vio cerrar varios de los establecimientos comerciales antes de las 19:00 horas, quedándose solamente abiertos algunos restaurantes aledaños, de la calle 80 por 23, que se quedaron celebrando el 4 de julio con comensales extranjeros.
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GH