La intensidad y magnitud de la marea roja que azotó durante dos meses el litoral yucateco, en especial en Dzilam de Bravo, fue causada por los contaminantes de granjas porcícolas que se vierten directamente al manto freático y desembocan en el mar, afirmó el científico de la Unidad Mérida del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav), Jorge Herrera Silveira.
“Toda el agua que se escurre en el estado tiene como destino final el mar, por ello, la aparición de la marea roja”, acotó el integrante del grupo científico del Comité Interinstitucional de Vigilancia de Marea Roja en Yucatán.
Las medidas
Reconoció que aún con los biodigestores o plantas de procesamiento es notable la contaminación de las granjas porcícolas establecidas en el Estado, de ahí la importancia de establecer medidas más estrictas.
Las pruebas del agua de Dzilam de Bravo, analizadas en el laboratorio del Cinvestav-Mérida, mostraron la contaminación que ocasionan las granjas, entre ellas las de Homún y las de Sitilpech, comisaría de Izamal.
Entrevistado en el marco del Segundo Congreso de Manglares de América, el director del Laboratorio de Producción Primaria del Departamento de Recursos del Mar, explicó que la marea roja es consecuencia de florecimientos de algas nocivas (FAN), cuyas toxinas introducidas al ecosistema afectan la salud de las personas, la población marina y también la economía.
Aclaró que este fenómeno natural ocurre anualmente, son pequeñas y rápidamente se desvanecen, o bien, ocurren en alta mar; sin embargo, en esta ocasión fue palpable por su gran dimensión.
Afirmó que “tenemos que convivir con la marea roja, sólo que podemos mitigar el impacto económico, de salud y ambiental”, apuntó.
Se paga un alto precio
Por separado, especialistas de diversos centros de investigación coincidieron en que, a pesar de que la producción porcícola coloca a Yucatán en tercer productor nacional de carne de cerdo, genera a diario toneladas de estiércol y utiliza miles de metros cúbicos de agua, por lo que se convierte en la industria más contaminante de la región.
Detallaron que tan solo una de las 400 mega granjas que hay en el Estado, a diario genera 1.5 millones de litros de aguas residuales -600 millones en total-, y el proceso de purificación de los manglares se ve rebasado por la saturación de los contaminantes orgánicos, cuyo exceso acelera la aparición de la marea roja.
Yamile Aguilar, del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarios (Inifap) Yucatán, explicó que el problema ambiental se genera por la gran cantidad de agua con las que operan para limpiar las granjas y enfriar a los cerdos durante los días de calor.
Explicó que la cantidad de agua residual no es tratada adecuadamente y que contamina aire, suelos y el manto freático. Advirtió que forma tradicional de operación de las granjas generan un daño ambiental, debido al suelo kárstico, especialmente vulnerable por su filtración.
Neftalí Gijón Yescas, investigadora del Campus de Ciencias Biológicas y Agropecuarias de la Universidad autónoma de Yucatán (UADY), aseveró que para el tránsito de la contaminación hacia la sustentabilidad en el manejo de las granjas porcinas en la entidad se requiere de conocimiento, de innovaciones para la solución de los problemas, de compromiso social con las comunidades locales y de regulaciones ambientales. En ese sentido, para los especialistas, la mejor zona para la producción porcícola es el cono sur del Estado, específicamente, Tekax, Oxkutzcab, Santa Elena, Ticul y Muna.
En Yucatán operan más de 400 megagranjas porcinas, principalmente en el centro y norte del Estado, e incontables plantas medianas y pequeñas.
El problema ambiental no se ha solucionado, por el contrario, la instalación y operación de nuevas granjas van en aumento, al igual que los conflictos sociales entre comunidades mayas y las fábricas porcinas.
Herrera Silveira señaló que la marea roja es un proceso natural; sin embargo, este año fue más intenso y de mayor magnitud por los desechos de las granjas porcícolas, a lo que suma la contaminación orgánica generada por las actividades del sector agrícola y el desarrollo urbano.