Luego de 25 años de que fue abandonada la cooperativa salinera de Xtampú, que está ubicada sobre el tramo Dzemul-Telchac Puerto, trabajadores de la comunidad retomaron de nueva cuenta la producción y extracción de sal desde hace 7 años, así lo informó Raúl Orlando May May, integrante de un colectivo de pescadores retirados que, ahora, se volcaron a la cosecha artesanal de este producto.
El hombre informó que esta actividad económica fue una de las más importantes en la costa, pero rescatarla hace más de un lustro fue todo un reto luego de que los antiguos integrantes decidieron abandonarla por 25 años, después de que los fenómenos naturales como los huracanes y las lluvias destruyeron las charcas.
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El hombre explicó que los “antiguos” pescadores que se retiraron de esta actividad decidieron organizarse para formar una asociación conformada por 25 integrantes, entre hombres y mujeres, en donde acudieron a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y Secretaría de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente (Seduma) para hacer los trámites y volver a reabrir, rescatar y continuar con la producción de sal en el lugar.
“Todos los que comenzaron eran antiguos pescadores, el abuelo de mi esposa fue uno de ellos. Fue entonces que se volvió a retomar y eso estamos haciendo ahora”, comentó.
Raúl Orlando, señaló que, además, tuvieron que sacar un acta constitutiva con temporalidad de 20 años para establecer de forma legal la sociedad, de los cuales aún les quedan 13 para su vencimiento. Las personas que integran la cooperativa, son personas de 40 años hacia adelante, por lo que varios de ellos esperan que las nuevas generaciones aprendan sobre esta actividad y continúen el legado de la salinera, por lo que poco a poco han incorporado a jóvenes de 18 años en adelante, quienes son familiares de los mismos trabajadores.
Explicó que el tiempo que estuvieron en abandono las salineras, se perdieron piedras de las charcas y maderas, por lo que ellos tuvieron que reparar las charcas para que la sal pueda producirse siguiendo un proceso natural.
Hace 25 años, Raúl dijo que eran 113 charcas salineras las que existían, pero actualmente solo 13 se pudieron rescatar; estas son los que se trabajan y se exponen a los visitantes que llegan al lugar.
“Eran muchísimas charcas, pero todo se acabó por los huracanes y el abandono prolongado del lugar. Las que hay ahora son las que volvimos a hacer, se colocaron maderas y piedras de nuevo en los alrededores. Fue un reto que nos costó muchísimo haber levantado”.
Una de las últimas dificultades que enfrentó la cooperativa fue el paso de la Tormenta Cristóbal en el 2020, pues dejó grandes inundaciones, lo que ocasionó que los contenedores se desbordaran y la sal se descompuso. Esto significó una pérdida de 13 toneladas de producto, aunque se lograron salvar 4 toneladas. De acuerdo con el entrevistado, llevó cerca de un año y medio de mantenimiento para que la cosecha se pudiera regularizar.
“Hace medio año que comenzamos a cosechar de nuevo, nos afectó terriblemente la inundación de hace dos años, perdimos bastante cosecha que teníamos sacado, por eso tememos a que ocurra otro fenómeno natural como ese y los huracanes”.
En cuanto al trabajo que se realiza para sacar la sal, el entrevistado subrayó que continúa realizándose de manera artesanal, sin utilizar otros materiales. Explicó que las personas se introducen en las charcas antes del amanecer para comenzar a sacar con sus manos las marquetas y colocarlas en canastas que ellos mismos realizan de forma tejida con bejuco y posteriormente colocarlas en montones de cerros a un costado. Los meses de marzo a mediados de junio, son los meses en que estas personas suelen cosechar este producto natural.
El calendario de producción marca que de julio en adelante se paraliza la extracción por las constantes lluvias que se presentan, lo cual ocasiona que el producto se diluya: “Ahora no estamos en producción, hay mucha lluvia, pero cuando se cosecha en la madrugada se empieza y se para antes que caliente el sol, ya que la sal absorbe el calor y queda caliente el agua, empieza a hervir”, explicó.
May May afirmó que hasta ahora no se ha tenido grandes producciones de sal y compradores para vender fuertes cantidades, pues hasta ahora únicamente se comercializan entre 3 a 5 toneladas a interesados de distintos puntos del Estado.
Reveló que esta actividad es muy demandante, más que la pesca de escama y octópodo, pero únicamente en sus tres meses y medio de cultivo. En cuanto al pago del día que reciben los productores al día de cosecha, son de 300 pesos al sacar un cerro de 1.2 metros de largo y ancho, dando media tonelada. El precio de la tonelada de sal, oscila entre los 2 mil a los 2 mil 600 pesos para los compradores. La ganancia que se obtiene al momento de venderse, Orlando dijo que es invertido exclusivamente para el mantenimiento del lugar.
Luego que, para las cosechas, los integrantes comienzan a dedicarse a las actividades marinas y agrícolas dentro de la cabecera para poder mantenerse. Su popularidad por el tono rosa, lo ha vuelto uno de los lugares para que los visitantes tanto locales, nacionales y extranjeros lleguen para conocer y aprender un poco sobre esta actividad: “Hace como cinco años que se volvió turístico de nuevo, pero cuando cayó la pandemia bajó mucho la visita y las ventas de artesanías que se hacen para vender y obtener entradas propias con las familias”, comentó.
La entrada de visitantes se mantiene a la baja en esta temporada, siendo los martes, jueves y fines de semana cuando se tiene un registro al día entre 20 a 30 personas para conocer y recorrer el lugar, con un costo de 20 pesos la entrada: “Está baja la entrada ahora, no hay mucha gente, los ahuyentó la marea roja. Son pocos los que vienen por la venta de artesanías y degustaciones de alimentos”.
Actualmente, las salineras no lucen una tonalidad rosa, sino transparente. La tonalidad aparece cuando la sal se extrae, en ese momento, se ocasiona el fenómeno a causa de la refracción por los rayos del Sol que torna el agua en un color rosa o rojizo.
“Ahora tiene sal, no se ve rosada, pero cuando se va cosechando es cuando desprende su color y atrae más a los turistas. Hace como dos meses que se sacó la sal y estaban así”, señaló.
Orlando May puntualizó que, en dado caso de haber la llegada de algún huracán o inundación, como la de hace dos años en el Estado, estarían dañando de nueva cuenta Xtampú y perderían de nueva cuenta las charcas y las cosechas: “Un ciclón que llegue nos puede dañar de nuevo, esperemos que no ocurra. Apenas y nos estamos levantando de nuevo para que nos afectemos otra vez”.
Se espera que con esta actividad que se ha ido retomando de nueva cuenta por los antiguos pescadores del poblado, otras generaciones puedan aprender y continuar con esta actividad económica que distingue al municipio y parte de la costa del Estado, que con el pasar del tiempo se ha vuelto zona turística, en donde los visitantes han aprendido mediante las explicaciones que se realizan en los recorridos mostrando cómo se extrae la sal y las diferentes demostraciones artesanales que se presentan para distintas temporadas.
“Nosotros lo hemos rescatado de nuevo, sin la ayuda de nadie. Nosotros sabemos lo que nos ha costado y esperemos que más adelante otros puedan seguirlo”, finalizó.
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CC