La salud de los yucatecos que viven cerca de las caleras, asfalteras, plantas de cemento y bancos de extracción de material pétreo es deplorable, debido a los componentes de las partículas que emanan de dichas empresas, aseguró el presidente del Colegio de Ingenieros Químicos de Yucatán (CIQY), Alan García Lira.
Advirtió los residuos que flotan en el aire afectan seriamente el sistema respiratorio de las personas. Lo peor de todo es que las partículas viajan decenas de kilómetros, por lo que el número de yucatecos afectados no se limita a las zonas que rodean las fábricas, sino que es mayor aún no cuantificado.
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El viento
La situación se complica dependiendo de la dirección e intensidad del viento. “El proceso para formar el concreto ocurre en tu aparato respiratorio, en tu piel o en algunos tejidos, por lo que todo lo que tenga álcalis es dañino para la salud de las personas”, acotó.
Reconoció que, además, afecta flora y fauna de la región, así como el manto freático, cuyo daño es notable debido a deforestación de decenas de kilómetros cuadrados.
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Entre los casos más significativos están los pobladores de Flamboyanes, comisaría de Progreso, quienes se ven afectados por la Planta Industrial de Asfaltos, propiedad de la empresa Fluidos Peninsulares; el panorama no pinta bien para ellos, pues el próximo año entrará en funcionamiento la Planta de Molienda de Cementos Fortaleza.
Los habitantes de Tebec, Ticimul, Petecbiltun e Xcucul, comisarías de Umán, también padecen la contaminación por material particulado (PM, por sus siglas en inglés), por la operación de empresas autorizadas por el actual alcalde, Fredy Ruz Guzmán- la apertura de un banco de extracción de material pétreo y de construcción, conocido como sascab, en una superficie de cerca de 400 hectáreas.
En Chocholá
Cerca de ahí estará la calera Oxxica, en la comisaría de Chocholá, la cual, a pesar de la disposición legal emitida por un juez de distrito, sigue su construcción.
Las popularmente conocidos como sascaberas proliferan en todo el Estado, pero la problemática es mayor en al menos siete municipios, tal el caso de Homún, Tekax, Tzucacab, Chocholá, Progreso, Umán y Kopomá.
Aseveró que es grave el problema de contaminación por partículas que generan estas empresas, pues no importa si cuentan con la mejor tecnología o el personal mejor capacitado: siempre habrá fugas de partículas, las cuales afectarán a los pobladores.
“Por más precaución y equipo que tenga, cualquier desajuste o fuga, las partículas llegarán a las casas y, como polvo que es, inmediatamente se manifiesta en las personas como dolor de ojos y problemas respiratorios, entre otras secuelas, además que destruye pinturas y matices, así como los muebles, etc.
Precisó que son dos tipos de partículas las que más afectan, y en el caso de las caleras está el álcali o hidróxido metálico, que es una sustancia con propiedades alcalinas que al vaporizarse crea problema en la salud humana, y ejemplificó el caso de los efectos de la polegía.
Mientras que, en el caso de las cementeras, está la piedra portland o mejor conocido como cemento, la cual también provoca serios problemas respiratorios.
García Lira comentó que estas partículas, mientras menos diámetro tengan, mayor será la distancia que recorrerá, la cual variará de acuerdo con la velocidad del viento.
La situación se complica aún más si la empresa trabaja hasta 24 horas diarias, pues la emisión de partículas no cesará.
Recordó el caso de la calera que hace dos décadas estaba entre las colonias México y San Antonio Cinta, que quedó rodeada por casas-habitación; no tuvo otra opción más que cerrar.
Abundó que este tipo de empresas se colocan alejadas de las poblaciones, en zonas destinadas para el uso industrial pero debido al acelerado crecimiento de la mancha urbana y el tipo de viviendas, en corto tiempo “el área poblada ‘llega’ hasta estas empresas”.
Enfatizó que “el empresario debe de estar consciente que cuando la mancha urbana se acerca, su ciclo de aprovechamiento llegó a su fin”.
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CC