“Esto fue un milagro de Dios” confirmó Rodrigo Aké Yañez, hermano de uno de los pescadores del barco “Máximo Emanuel” desaparecido desde el pasado 23 de octubre en costas yucatecas y que apenas este jueves fue encontrado en el puerto de la pesca, del Estado de Tamaulipas. Los cuatro pescadores sobrevivieron a pesar de haber permanecido a la deriva 46 días.
En la entrevista exclusiva para este medio que se llevó a cabo durante la tarde de ayer, el hermano de uno de los pescadores, originario de Yokdzonot del municipio de Yaxcabá, dio a conocer que recibió la noticia a las 13:00 horas, cuando una familia del Estado fronterizo se comunicó con ellos mientras convivían con los tripulantes.
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El rescate sucedió en las aguas que rodean a los Estados Unidos cuando se avistó a los yucatecos pidiendo auxilio con los brazos, por lo que pescadores procedieron a remolcarlos por vía de varias lanchas a llevar el barco hasta el puerto de la pesca.
“No intervino ni capitanía ni la marina, esto fue por obra y gracias de Dios que pudo ponernos a las personas correctas. Cuando tuvimos la videollamada fue algo que simplemente no podíamos creer, fue una mezcla de varios sentimientos, pues a nosotros solo nos importó que todos estuvieran vivos”, dijo.
Una vez en tierra, fue la Capitanía Regional del Estado norteño quienes se hicieron cargo de los protocolos respectivos. Dicho organismo hasta el momento no ha expresado a los allegados de los cuatro hombres de mar el momento en el que se realizará el retorno a la Península de Yucatán.
“Ese dato es lo único que no sabemos, es extraño porque ya debieron de habernos avisado, por el momento nos mantenemos tranquilos porque sabemos que están bien nuestros parientes” agregó Rodrigo Aké Yáñez, quien describe este pasaje como uno de los peores en toda su vida debido al apego que tiene con su hermano.
Parte de lo que se confirmó es que al ser encontrados, los tripulantes solo mostraron signos graves de deshidratación y pérdida de peso de hasta diez kilos cada uno, aunque ya han recibido atención médica y han podido retornar a una dieta que les devuelva el estado físico. Medios de comunicación en el Estado norteño conformaron poco a poco la noticia de que un barco oriundo del Estado de Yucatán fue hallado en condiciones vulnerables, pero con sus integrantes con vida. Con la noticia surgieron dudas con respecto al método de supervivencia de los tripulantes, sin embargo, los náufragos no han emitido entrevistas a ningún medio hasta el cierre de esta edición.
“Por último queremos enfocar un rotundo agradecimiento a esa familia que ayudó a nuestros pescadores. Este milagro fue gracias a Dios y estás personas que tocó sus corazones para ayudarlos” finalizó el entrevistado, quien externó estas palabras a ratos pausados por la emoción del momento.
Historial del naufragio
Tal como dimos a conocer hace más de un mes, el 23 de octubre zarpó el barco con matrícula 31010173523-5 y 36 pies de eslora, cuya propiedad pertenece a M.J.F., (a) Kalimán, quien en los días de búsqueda se mantuvo al margen de los medios de comunicación. La tripulación se componía del patrón de barco, de origen veracruzano, Francisco Gaspar Herrera Valerio (a) Pacorro, de 35 años de edad; Adrián Aké Yañez, de 28 años; Juan Bautista Vian Ramos, de 55 años y el tabasqueño Gerardo Manuel Felix García, de 32 años.
Justamente a los ochos días de haber acudido por canané y especies de escama, los pescadores dejaron de tener comunicación con el resto de las flotas, perdiéndose toda pista del “Máximo Emanuel” entre el gremio dedicado a la captura de especies marinas. Fue en esos días donde comenzaron a levantarse las sospechas de que el navío de navegación mayor se encontraba en mal estado y posiblemente a la deriva, por lo que fueron los familiares de los involucrados quienes comenzaron a unirse vía redes sociales y de manera telefónica.
Finalmente, los familiares hicieron su arribo a Progreso desde las comisarías de Yokdzonot del municipio de Yaxcabá y Holcá que pertenece a Kantunil, esto luego de que una de las noticias que volvió a depositar esperanza en ellos fue que un permisionario y pastor religioso del templo “Salem” de Progreso, a quien solo conocen como “William”, se comunicó con el señor Honorio Aké Caamal para confirmar que ya estaría siendo remolcado el buque.
Fue en un costado del puerto de abrigo que las autoridades hicieron acto de aparición con los pobladores del interior del Estado, quienes en varios medios protestaron por las pocas cuentas claras que se les estaban dando ante la desaparición en donde iban a bordo sus familiares.
Alrededor de las 12:00 horas, ante los rumores que había viso al grupo de personas en el puerto, se armó un operativo, llegando más de cinco vehículos de la SSP estatal, así como también de la dirección de seguridad pública y tránsito municipal con la presencia del comandante Omar de la Cruz Cocom Basto.
El arribo de autoridades se debió a que empezaron averiguaciones del caso, tanto por vía de dichas dependencias como de la Policía Estatal de Investigación, por lo que los uniformados permanecieron ahí alrededor de dos horas, aconsejando a los presentes el denunciar el hecho ante la fiscalía con sede en la ciudad, acto al que accedieron.
A pesar de que hasta surgieron rumores de una protesta pacífica enfrente de la Capitanía Regional de puertos en el municipio de Progreso, esto no se llevó a cabo y los visitantes partieron a sus domicilios con la decepción por no haber conseguido buenas noticias de los extraviados. Esto hasta el día de ayer, cuando desde Tamaulipas llegó la inesperada llamada telefónica que cambió los rostros de cuatro familias que temían cerrar el año sin partes fundamentales en su núcleo sentimental, pero que ahora están a días de ver a los tripulantes del “Máximo Emanuel” en casa.
Este caso ya es considerado por varios conocedores de la pesca en el puerto como uno de los más insólitos, pues los 46 días en que estuvo perdido el “Máximo Emanuel” en medio de un invierno que arrojó constantes fenómenos meteorológicos daba por hecho que los pescadores no volverían a tierra.
Tal como marca la costumbre entre el gremio de la pesca, este navío es poco probable que retorne a trabajos en altamar, pues ya se le considera un “barco maldito” y con altas probabilidades de que vuelva a suceder alguna tragedia con nuevos tripulantes. Otra opción es cambiar estructuras casi en su totalidad y bautizarlo con otro nombres.
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CC