Cubierto de maleza se encuentra hoy en día el cenote Holinchén, ubicado en la colonia que lleva el mismo nombre y donde algunos lugareños comentan las leyendas e historias que giran alrededor de este peculiar lugar en el municipio de Acanceh.
El cenote es muy estrecho y con mucho trabajo las personas pueden ingresar en él, se encuentra debajo de un frondoso árbol, aunque hoy en día está cubierto de mucha maleza que dificulta su acceso.
Lo que más llama la atención es lo que dicen los antiguos, las leyendas e historia que giran alrededor de este cenote.
“Se dice que si una persona quiere ser torero de verdad, debe entrar en el cenote, ahí te conviertes en un verdadero diestro, serás famoso y hasta los toros se rendirán a tus pies”, indicó Mario Hoíl, uno de los abuelitos de la localidad.
Este abuelito relató que otra de las leyendas dice que muy pocas personas lograron entrar en el cenote, pero se llevaron grandes sorpresas que marcaron su vida o su muerte.
“Dicen que una vez un señor que deseaba ser torero, logró entrar, que es un agujero bien oscuro, que esta persona avanzó un buen tanto hasta que fue viendo una gran claridad, en ese lugar escuchaba el grito y el aplauso de mucha gente, así fue caminando hasta que llegó al centro de esa claridad y se encontró en una especie de ruedo taurino, ahí la gente le ovacionaba, le gritaba ‘torero, torero’, al mismo tiempo que frente a él llegaba un gran toro, enorme, negro con grandes cuernos, era el gran ‘Juan Tuul’ el rey de los toros, el diablo convertido en toro, y para convertirte en un verdadero torero tendrías que torear al Juan Tuul, pero dicen que si no podías y el toro te corneaba, morirías en el cenote”, señaló el abuelo.
Leyenda con muchas versiones
Mencionó que hay muchas historias sobre esto, pero todos coinciden en lo mismo.
Vicenta Chan, de 87 años, otra de las vecinas, mencionó que en el cenote Holinchén, algunas personas antiguas sí entraron al cenote, personas que si aprendieron a torear y que incluso para las corridas de toros de aquellos tiempos, entraban al ruedo para demostrar lo que habían aprendido en el cenote Holinchén.
“Yo conocí a muchas personas que entraban a las corridas de toros, eran buenos toreros la verdad, decían que habían aprendido en el cenote, pero eso no te lo puedo asegurar, son cosas que se decían en esos tiempos, pero de que fueron buenos toreros, si lo fueron”, señaló la abuela.
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CC