El primero de marzo de 1563 se reunieron los frailes para celebrar un “capítulo” (reunión) en el que se declaró formalmente la construcción del Convento de los Tres Santos Reyes de Tizimín y también fue declarado este lugar como una guardianía, informó el historiador de la ciudad, Luis Pérez Salazar, por lo que este martes es un gran día para celebrar el 459 aniversario del inicio de la evangelización en esta región, porque, comentó, a pesar de que unos años antes, aproximadamente entre 1552 y 1554, se fundó el pueblo de Tizimín (Titzimín-tan) no se cuenta con algún documento que avale la fecha o los nombres de las personas que conformaron el primer Ayuntamiento, pero sí se tienen datos escritos del juicio de la construcción del convento, que entonces denominaban como el más grande al Norte de Valladolid.
El Historiador expuso que, según el Archivo de la Arquidiócesis de Yucatán y del historiador, escritor e investigador, Miguel A. Bretos, los religiosos acostumbraban a que si en el poblado tenían algún dios o varios, como en Tizimín, suplían a sus ídolos con la imagen de algún santo, con Jesús o con la virgen María. Añadió que se cree que como en este lugar le rendían culto a tres dioses: del monte, del viento y la lluvia los suplieron con las imágenes de los Tres Santos Reyes, Gaspar, Melchor y Baltazar.
Pérez agregó que el periodo de la administración franciscana fue de 1563 a 1680, cuando se secularizó y se formaron otras parroquias y por un tiempo le pertenecieron los pueblos de Sucopo, Sodzil y Dzonot Aké.
Puntualizó que el conocimiento que tenemos de este convento se lo debemos a los datos que nos dejó la visita del Comisario General de la Nueva España, Fray Alonzo Ponce, el 11 de Julio de 1884 acompañado por Fray Antonio de Ciudad Real, un predicador de Puebla y un fraile guardián de Metepec.
Indicó que es así cómo comienza la descripción de los conventos de Yucatán, provincia dedicada a San José, y citó que en los relatos del fraile Alonzo Ponce se plasma que: “muy de madrugada el 11 de julio de 1584 salieron los frailes de Río Lagartos con una Luna muy clara y llegaron a las 8 de la mañana a un pueblo llamado Loxché, que pertenecía a la guardianía de Tizimín, donde se encontraba el convento al que se dirigían”.
Continuó: “de ahí llegaron a Kikil, donde comieron y salieron más tarde, y soportaron un aguacero intenso en abundancia y de corta duración, llegaron por la tarde a Tizimín y como a un tiro de arcabuz (100 metros aproximadamente) del convento se resguardaron en un mesón, porque continuaba la lluvia. El convento estaba todo acabado con claustro alto y bajo, celdas y dormitorios hecho todo de cal y canto y de edificio fuerte, tenía dos capillas en el patio que era cuadrado y dos más grandes hechas en la parte delantera con postería muy fuerte y techo de palma muy grande con capacidad de mucha gente y no tenía clavos o sogas, sólo bejucos y ahí se reunía el pueblo (capilla de indios)”.
Además, refirió que “tenía una inmensa huerta con muchos árboles frutales como: zapotes, plátanos, limones, aguacates, ciruelas, limas, naranjas y hortalizas, todo se regaba con agua que se sacaba de una noria que estaba detrás del convento, ahí tomaban agua los frailes, mientras que los naturales bebían agua de otra noria que se construyó muy cerca y que denominaban Boxchén.
Cuando la orden fue abolida desaparecieron todos estos huertos, en el convento vivían cuatro frailes, el día 25de julio dos de ellos salieron de Tizimín rumbo a Calotmul”.
Enfatizó que esta narrativa es una joya invaluable de nuestro pasado histórico que nos dejan como legado para conocer nuestras raíces culturales y religiosas, las que contribuyeron a que ahora podamos tener mayor conocimiento de cómo inició nuestra ciudad.
Síguenos en Google News y recibe la mejor información
CC