La pesca ribereña en Progreso se encuentra casi suspendida a causa de la marea roja, la poca venta particular de los hombres de mar en el mercado local y el desplome del precio del calamar, el cual se encontraba a principios de agosto cerca de 200 pesos el kilo y ahora se redujo casi un 70 por ciento menos.
Ejemplo del mal que se sufre son los “sardineros” que acostumbraban ubicarse a un costado del muelle fiscal para atrapar, por medio de redes, a estos ejemplares que eran vendidos al sector de la navegación mayor para que los tripulantes de los buques los usen como carnada.
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El panorama luce distinto, pues ahora el manchón de marea roja ha repercutido en dicha área y ha tenido “en la banca” a por lo menos cien pescadores de la zona de atraque “La Caleta”, que operan bajo esta modalidad, ya que por la cercanía del fenómeno, sus proveedores han dejado de acudir al embarcadero mencionado para solicitar toneladas de sardinas.
“Se acudía al principio con el temor de pescar por debajo de lo esperado o que no acudan a nosotros los compradores, desgraciadamente la entrada de la marea roja repercutió poco a poco en ambas situaciones, ahora casi nadie quiere irse al mar para no perder inversión”, dijo Oswaldo Sosa.
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En lo que respecta a los pescadores ubicados en la playa, dentro del tramo Chicxulub-Progreso, permanecen sin trabajar alrededor de quinientos pescadores independientes, la mayoría fuera de los censos que otorgan las instituciones en materia pesquera.
“De nada sirve salir si la gente ya no se acerca a la playa por producto fresco ya se disparó el miedo. Por pulpo tampoco conviene salir porque los barcos grandes ya han sido vistos a menos de treinta millas saqueando producto sin que ninguna autoridad les diga nada, estamos desamparados”, argumentó Gerardo Chablé.
Otro punto que ha sido abandonado a pesar de su fama para la actividad pesquera es el “muelle de chocolate” donde varios días permaneció una cinta de precaución para evitar que pescadores desafiliados y aficionados acudan a tirar cordel para la obtención de pequeños ejemplares.
“Yo acudía a pescar para mi consumo propio y para vender con la gente que veíamos aquí en el malecón, obviamente no conviene hacer nada de esto porque no hay pescado y tampoco gente que quiera lo que obtenemos, tienen miedo de envenenarse”, puntualizó Andrés Aguirre.
En estos dos últimos días ha comenzado también a repercutir la desconfianza dentro de puertos como Chelem y Chuburná, que también permanecen repletos de alijos en sus playas, pues la marea roja se asegura que llegará antes del fin de semana para nulo beneficio de su gremio, dedicado a esta actividad en el mar.
Asimismo, se han percibido abandonos de hasta quinientos pescadores de todo el Sur del Estado que han sucumbido a sus esperanzas de tener arribo económico en la pesca del cefalópodo, por lo que al igual que en Chuburná, han optado por retornar a estados como Tabasco, Chiapas, Veracruz y Quintana Roo.
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CC