Experto de la UADY teme colapso del Peón Contreras de Mérida por daños en la cúpula

En la remodelación del teatro José Peón Contreras debe trabajar gente especializada, ya que el principal problema está en la cúpula, que corre riesgo de colapsarse, señaló el arquitecto Hernán F. Gómez Amaro, profesor e investigador de la Facultad de Arquitectura, de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), quien participó en la remodelación en 1982.

Comentó que el teatro cuenta con dos plafones: uno interior y otro exterior; el primero tiene un armazón metálico que está colgado del segundo, con un peso de 30 toneladas, por lo que al quemarse la parte de abajo “hay que verificar que no esté deteriora la primera cúpula, porque, si no, correría el riesgo de un colapso”; dijo que es necesario un perito certifique que está en buenas condiciones.

Comentó que lo primero que se tiene que hacer es concluir la investigación, análisis y diagnóstico de la parte afectada para emitir un dictamen que permita deslindar responsabilidades. Luego, se tiene que realizar un diagnóstico técnico-constructivo del plafón de galería y de la cúpula del fresco para determinar su grado de deterioro, definir las medidas necesarias para garantizar su estabilidad y firmeza y la seguridad de los espectadores o de quienes asisten al teatro, así como, precisar en su caso los materiales y procedimientos para su estabilización y restauración.

Comentó que, sobre todo, debe valorarse el nivel de deterioro del armazón de madera al cual se fija la malla de la cúpula del fresco y que pudo ser afectada por el fuego. Recordó que desde la restauración de 1980 ya mostraba indicios de invasión de insectos y deterioro por estar expuesto a la semi-intemperie y a la putrefacción de heces fecales de cientos de aves que vivían en las entrecalles del armazón.

“Lo importante es que se verifique los plafones, específicamente el de la cúpula donde está las musas de Allegretti porque no es juego: pesa 30 toneladas, si eso falla con que caigan 100 kilos pueda llegar a matar (a alguien), eso me preocupa y ocupa”, comentó.

En ese sentido, señaló que las labores deben licitarse y no adjudicarse de manera directa para evitar suspicacias con empresas de dudosa capacidad.

Recomendó a las personas encargadas de la restauración realizar un diagnóstico técnico constructivo de la situación y funcionalidad de las instalaciones eléctricas, hidráulicas, sanitarias y pluviales de todo el teatro; también, utilizar materiales resistentes al fuego en cubiertas, butacas, alfombras, plafones y muros divisorios.

Asimismo, emplear canalizaciones eléctricas de metal para evitar que un cortocircuito pueda ocasionar un incendio e incorporar un sistema contraincendios integral que incluya sensores para detección de humo, variaciones importantes de temperatura, flama, etc, a fin de evitar siniestros en el futuro.

“Si el sitio tuviera las instalaciones apropiadas y la gente apropiada no hubiese ocurrido esto”, comentó.

Resaltó que es importante proveer a la administración del recinto de un área especializada para la operación, administración y conservación que disponga de manuales de operación, guías mecánicas y bitácora que permitan el control y seguimiento de los mantenimientos preventivos y correctivos de su equipamiento e infraestructura, y evitar “remedios” o reparaciones temporales.

Asimismo, recomendó que, mientras se restaura la parte dañada, no se abandonen los otros mil metros que se pueden aprovechar siendo importante elaborar un proyecto contemporáneo de restauración, uso y aprovechamiento, que utilice de manera más creativa las grandes áreas que conforman el vestíbulo, la escalinata, así como las tres terrazas, foyer y loggia de la planta alta.

“El temor más grande de un constructor es que cierre todo”, agregó.

Finalmente, aseguró que, según su experiencia, la restauración le llevaría un año y medio, pero sería importante y reiteró su deseo de que sus recomendaciones se tomen en cuenta porque se habla, sobre todo, de seguridad.

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CC