Ante la investigación publicada en POR ESTO!, la UNAM pedirá que la zona donde Víctor y Daniel Campos Agüero construyen casas sea declarada “prioritaria de conservación”, dice María Patricia Guadarrama Chávez, doctora en Ciencias, de la Unidad Sisal, y advierte que toda la comunidad de investigadores “está muy preocupada” por la devastación costera
“La vida que va a tener una casa que se compre en un terreno en esa zona (Paraíso Sisal) va a ser de corta duración y resulta no ser tan buen negocio”, advierte, contundentemente, María Patricia Guadarrama Chávez, investigadora ambiental de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), a quienes están interesados en invertir y comprar un terreno en la playa de El Palmar, donde se ubica el desarrollo inmobiliario de los hermanos Víctor Manuel y Daniel Iván Campos Agüero.
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La científica fundamenta su pronóstico en la pérdida de la duna costera, que es una defensa natural contra los embates de fenómenos catastróficos como un ciclón; si esta barrera no existe —como ya ocurre en la zona del complejo inmobiliario— el huracán “azota contra las construcciones o la infraestructura que está cercana (a la costa).
No es la primera que se lanza la advertencia: hace unos días, la organización ambientalista Ducks Unlimited de México AC (Dumac) habló precisamente de esta devastación del arenal; cuando se concibió el complejo habitacional de lujo, hace unos 15 años, se planeó sobre la segunda duna costera para evitar que el mar “se lo comiera”; sin embargo, la primera barrera ya desapareció y las aún incipientes construcciones están prácticamente a los pies del mar, que avanza inexorablemente a razón de 1 a 3 metros por años, según Christian Appendini, especialista en Oceanografía, también investigador de la máxima casa de estudios del país.
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En entrevista, Guadarrama Chávez, doctora en Ciencias, adscrita a la Unidad Multidisciplinaria de Docencia e Investigación de Sisal, Yucatán, no ve otro camino: en lugar de construir casas en esta área, que hasta hace poco todavía era virgen, se debe definir como zona prioritaria de conservación de la biodiversidad.
Su afirmación trae tono de advertencia, porque precisamente la UNAM está desarrollando un proyecto “de análisis de la vegetación en esa zona, para tener más elementos para dar una propuesta de conservación o de restauración”, es decir, que ante las denuncias de devastación que ha hecho POR ESTO!, los científicos pasaron de las palabras a los hechos y se han unido para pelear por arrebatarle a los empresarios el área costera con flora y fauna indispensables para la vida.
“Todo el grupo (de científicos) está muy preocupado por todo esto que está sucediendo, y estamos tratando de hacer todo lo posible por ayudarnos. Espero que mientras más personas nos vayamos sumando a hacer este tipo de acciones; primero de difusión como ustedes lo hacen, y luego concientizar a la población. Siendo optimistas podemos lograr revertir esto que está ocurriendo”, afirma Guadarrama Chávez.
Camino de la destrucción
En las últimas semanas, el periódico de la Dignidad, Identidad y Soberanía ha revelado las artimañas y argucias legales que han utilizado los hermanos Víctor y Daniel Campos Agüero para edificar un complejo habitacional en una zona que, durante el gobierno de Patricio Patrón Laviada, fue considerada parte de la reserva ecológica El Palmar, por su importancia capital en la conservación del medio ambiente.
Los empresarios se ampararon y mediante un “decretazo” (el Decreto 293) emitido en 2010 por la entonces gobernadora de Yucatán, Ivonne Ortega Pacheco, y suscrito por los titulares de la Secretaría de Gobierno estatal, Víctor Manuel Sánchez Álvarez, y el de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente (Seduma), Eduardo Adolfo Batllori Sampedro, lograron excluir los terrenos ubicados en lo que hoy es Paraíso Sisal de la reserva ecológica El Palmar.
En 2018, apoyados por el entonces delegado de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), Hernán José Cárdenas López, los empresarios recibieron el aval del Manifiesto de Impacto Ambiental (MIA) número 31YU2017UD085, que dio luz verde a la “Urbanización, electrificación, ampliación de camino existente y apertura de un nuevo camino de acceso para un predio formado por los tablajes catastrales: 1896, 2888, 2889, 4803 y 5565 denominados Paraíso Sisal, ubicado en el puerto de Sisal, comisaria de Hunucmá, Yucatán”.
Después, en agosto de ese año, la dependencia federal emitió el oficio 726.4/UGA-0617/0001454, para autorizar la “Construcción y operación de una casa habitación” en el lote 5222 del “proyecto de lotificación Paraíso Sisal, en la comunidad de Sisal, Yucatán”. A partir de ahí, la Inmobiliaria El Palmar de Sisal, S.A. de C.V., inició la venta de los lotes.
Sin embargo, como ya hemos publicado ampliamente, en El Palmar, se están perdiendo metros de terreno; por eso “en lugar de construir casas en esta área, que hasta hace poco todavía era virgen, se debe definir como zona prioritaria de conservación de la biodiversidad, insiste Guadarrama Chávez, doctora en Ciencias, adscrita a la Unidad Multidisciplinaria de docencia e investigación Sisal, Yucatán, de la UNAM.
Desde su perspectiva, existe “un gran problema, al crear las reservas naturales”. Ya que “en la zona costera muchas veces se le da mucha más importancia al manglar que a la duna, lo que sería nuestro cordón de vegetación más cercano al mar, [ecosistema] que nos ayuda mucho contra eventos hidrometeorológicos que afectan a la Península como son los ciclones y huracanes”, argumenta.
Terrenos vulnerables
Cuando no se cuenta con la duna, el fenómeno natural azota contra las construcciones o la infraestructura que está cercana a la costa. Resalta que, desde la sociedad, “no le hemos dado la importancia que tiene la duna costera y no se la damos porque justo en el matorral de duna costera es donde nos gusta construir nuestras casas de playa”.
En términos ecológicos, “[al construir y afectar la duna costera] acabamos con un ecosistema que está en relación muy cercana con el arrecife de mar y a los pastos marinos que están en la parte oceánica, y también sitios para anidación de tortuga. Por ejemplo, esa zona [la playa de El Palmar] donde se están construyendo las casas, son áreas de anidación”, afirma la especialista en vegetación y restauración costera. “Las tortugas cada vez tienen menos espacios para llegar a depositar sus huevos”, alerta.
“El problema con nuestras reservas es que no están considerando estos ecosistemas, no les están dando la importancia que tienen a la parte de dunas costeras. Lo mismo está ocurriendo del otro lado en la reserva de ciénegas y manglares de la costa Norte de Yucatán, la reserva adyacente, lugar que tampoco se consideró; la duna costera no entra dentro del polígono”, explica.
Por lo anterior, la investigadora no duda que “la vida que va a tener una casa que se compre en un terreno en esa zona va a ser de corta duración”. No solo eso, “resulta no ser tan buen negocio”, advierte a los interesados en invertir en un terreno en la playa de El Palmar o lo que la inmobiliaria ha rebautizado como Paraíso Sisal.
Insistió en que el sitio del complejo “sí es una zona a la que debe dársele otro nivel de protección”. Por eso, en la UNAM trabajan en un proyecto de análisis de la vegetación para tener más elementos para dar una propuesta de conservación o de restauración para esa zona.
“Muy preocupados”
Desde su papel como docente y académica, junto a otros colegas, la doctora Guadarrama Chávez trabaja con estudiantes de licenciatura y posgrado en un proyecto llamado “Reciclando dunas”. “Nuestro interés es lograr la restauración y conservación de las dunas costeras, particularmente de Sisal”.
A propósito de lo que han visto y lo que ha informado este periódico, “todo el grupo está muy preocupado por todo esto que está sucediendo, y estamos tratando de hacer todo lo posible por ayudarnos”.
Desde 2020, la UNAM, a través de la Unidad Académica Sisal, ha impulsado la reforestación de las dunas, ecosistema que sirve como barrera natural ante fenómenos hidrometeorológicos como nortes o huracanes que al tocar tierra afectan a la población.
Estudiantes de la licenciatura en Manejo Sustentable de Zonas Costeras se pusieron como meta restaurar la vegetación de cinco mil 550 metros cuadrados de duna costera de Sisal –alrededor de 10 por ciento-; reutilizar siete mil envases de PET como instrumentos en los procesos de protección, germinación y plantación de la vegetación natural de ese ecosistema costero, y sembrar unas 13 mil plantas.
El proyecto de los estudiantes de la UNAM explica que en Sisal se ha visto una disminución en la vegetación de duna costera causado principalmente por el cambio de uso de suelo, fragmentación de la vegetación por el paso de cuatrimotos y paseos a caballo y la deforestación por cuestiones estéticas.
“Las dunas costeras son ecosistemas vulnerables que proveen de servicios ambientales y son de gran importancia ecológica, pero debido a la poca información disponible la percepción que se tiene es equivocada por lo que están siendo deforestadas y fragmentadas, con consecuencias en lo social, económico y ambiental”, detalla.
Acciones positivas como esa contrastan con la voracidad de inmobiliarias, como la de los Campos Agüero, que desmontan al lotificar en el ecosistema que es hábitat de cientos de especies de flora y fauna, y filtrador de agua del manto freático.
Continuará…
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GC