En la comida yucateca hay un sinfín de recetas que han ido evolucionando con el paso del tiempo, desde sus orígenes con los antiguos mayas que preparaban venados y más animales para sobrevivir hasta los que se han ido adaptando a los gustos de los yucatecos.
Es por eso que hay comidas que pensamos que son de aquí aunque si no podemos a investigar se llega a las verdaderas historias que tienen origen en varias partes del mundo y de diferentes épocas que uno se queda sorprendido.
Con los inigualables guisos de Yucatán es complicado diferenciar si la comida es típica del estado; sin embargo, no importa por que se seguirán disfrutando por mucho más tiempo, te presentamos los platillos que no son yucatecos, pero si han conquistado el paladar de miles de personas y han sido herencia de varios países
Morcilla:
La morcilla es un embutido de sangre cocida con varias especies mezcladas con grasa principalmente del cerdo, una de las versiones que explica el origen de este platillo se sitúa en la antigua Grecia por el griego Aftónitas y es mencionado en la Odisea de Homero como un platillo exquisito de la isla mencionada en la historia que era un embutido de centeno, sangre y tripas de cerdo.
Queso relleno:
Aunque es considerado yucateco, esta deliciosa comida la historia cuenta que es un platillo del vecino estado de Quintana Roo. Se sabe que el queso de bola es de origen holandés y con eso se empieza a descartar la idea que sea originario de alguno de los dos estados. El origen del queso relleno data del siglo XVII.
En ese entonces los barcos holandeses traían a Curazao que es una colonia de Holanda, el queso, el cual se comenzó a rellenar con pollo o camarones y aunque es difícil de creer este platillo se consume varios países como Jamaica y Venezuela.
Kibis:
Estos deliciosos antojitos tristemente no son yucatecos, estos son una herencia libanesa que se ha ido adaptando al corazón de los yucatecos pensando que es propia del Estado. La cocina libanesa es única por tener la característica de tener una consistencia crujiente por fuera y suave por dentro, tal como lo son los deliciosos kibis que se disfrutan en un partido de beisbol o en el Centro de Mérida con su respectivo chile habanero.
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LV