Los cinco imponentes mascarones de estuco que adornan la pirámide de Acanceh sirvieron como incensarios públicos durante los rituales que celebraban los antepasados mayas en la localidad, reveló la especialista Beatriz Quintal Suaste.
Resaltó que este tema es desconocido para la mayoría de la gente, sobre todo para las nuevas generaciones.
La Pirámide de los Mascarones hoy atrae a cientos de turistas naciones e internacionales. Todos los palpan, fotografían e incluso llevan una imagen de recuerdo de estos imponentes mascarones de estuco; sin embargo, no muchos saben que estas estructuras, que representan a cinco deidades mayas, sirvieron hace miles de años como incensarios públicos.
La antropóloga Beatríz Quintal expuso durante un taller realizado en la localidad que los mascarones del sitio maya de Acanceh, fueron usados como incensarios monumentales durante ritos en los que el ahaw o soberano veneraba a sus ancestros, como advocaciones del dios solar K´inich Ahaw.
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Así, al quemar las ofrendas, se enviaba el sustento a las divinidades en forma de humo sagrado.
Quintal Suaste, encargada de los trabajos que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) ha realizado en la localidad, expuso que en estas ceremonias el ahaw personi?caba el centro del mundo (Tsuk Te) y establecía los cuatro rumbos del universo.
Los ritos, precisó la investigadora del INAH, incluían diversos eventos como los sacrificios de animales y humanos, la colocación de hogueras en plazas abiertas, además de caminatas sobre las brasas.
“Todo lo anterior sugiere que los templos piramidales, cuya función era servir como vínculos entre los hombres y lo sobrenatural, se relacionaban con rituales que involucraban el fuego y aniversarios de la fecha de la creación maya (4 Ahaw, 8 Kumku) en ciclos de 60, 260 y 18 mil 980 días”, expuso.
En ese sentido, la pirámide denominada Estructura I de Acanceh fue escenario de cultos públicos en los que el ahaw celebraba el término de diversos ciclos que marcaban aniversarios de la fecha base del calendario maya, según lo revela la iconografía de los seis mascarones que se conservan en esta edificación prehispánica.
“La iconografía desplegada en los mascarones de estuco (de aproximadamente 3.50 metros por lado y elaborados entre los años 300 y 600 d.C.) de la pirámide servía como marco para dichos ritos, recreando de manera arti?cial los mismos lugares extraterrenos donde los dioses llevaron a cabo los eventos de la creación. Al mismo tiempo, los paneles servían para honrar a los ancestros del ahaw, dei?cados como el dios solar K’inich Ahaw”, explicó la especialista.
Acanceh se ubica a 25 kilómetros al Sureste de Mérida y es también conocida como “La Ciudad de las Tres Culturas”, pues en ella coexisten la arquitectura prehispánica, colonial y contemporánea. Ahora se sabe que el antiguo asentamiento maya debió cubrir un área aproximada de 3 kilómetros cuadrados.
De acuerdo con Beatriz Quintal, por sus dimensiones y características, el sitio arqueológico de Acanceh guarda relación con los sitios mayas de Cerros, en Belice, y Uaxactún, concretamente con la Estructura E7-Sub de Guatemala.
La Estructura I revela que para el Clásico Temprano (300-600 d.C.), Acanceh era un sitio importante, debido a que contaba con gente especializada para el levantamiento de estas construcciones, “las cuales fueron ordenadas por el grupo que estaba en el poder, a ?n de a?anzarlo”.
“Los mayas de alto rango tuvieron el privilegio de erigir monumentos públicos para resolver los problemas de legitimación de sus descendientes, celebrando rituales públicos en donde el señor se relacionaba con lo sobrenatural”, comentó Quintal.
“Estos rituales formaron parte de los festivales regulares de la vida maya como estrategias de competencia política, siempre fue vinculada con el poder sagrado”, agregó la entrevistada.
Los mascarones de Acanceh portan orejeras circulares, cada una de las cuales está adornada por un par de nudos que las enmarca verticalmente. Este tipo de nudo ha sido denominado “nudo real”, ya que está asociado a las frases glí?cas de acceso al trono de los gobernantes mayas.
Los rostros inferiores de estos mascarones no representan al Monstruo de la Tierra, sino a la primera montaña verdadera Yax Hal Wits. “Se trata de entidades individuales, advocaciones particulares de un mismo concepto: las cuatro direcciones cardinales y el punto central que las divide y cuya encarnación humana es el K’uhul Ahaw (Sagrado Señor)”, concluyó Quintal.
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GC