La tarde de ayer, C.J.S.C., la mujer que atropelló al niño de ocho años en el Norte de Mérida la noche del martes, se presentó ante las autoridades ministeriales. Acudió acompañada por el apoderado legal de la empresa propietaria del vehículo con el que lo arrolló. Expresó que estuvo hospitalizada, porque sufrió una crisis nerviosa.
También se supo que la madre de Iker Pérez López, originario de Palenque, Chiapas, se llama Laura Pérez López, quien hasta ahora no ha acudido a la Fiscalía para reclamar el cuerpo de su hijo y tampoco se sabe su paradero.
En ese tenor, el gobierno del Estado informó que el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF-Yucatán) y la Procuraduría de Defensa del Menor en Yucatán (Prodennay) se pusieron en contacto con las autoridades de Chiapas para iniciar los protocolos correspondientes y agilizar los procedimientos legales para el esclarecimiento de los hechos y el deslinde de responsabilidades.
Las autoridades chiapanecas proporcionaron el acta de nacimiento del menor, de ocho años, originario de Palenque y se efectuaron los protocolos de la búsqueda de sus familiares para los trámites pertinentes.
La otra cara de la moneda fue que varias personas participaron en una manifestación en la avenida Líbano de la colonia México, para exigir justicia por la muerte del menor. Con pancartas y globos de color blanco en las manos, los vecinos pedían la intervención de las autoridades para que no se repitiera la historia de Íker.
“Pedimos un alto a la explotación infantil y trata de blancas en calles y avenida de Mérida. ‘Todos los días los traían, así era la vida del pequeño”, manifestó Aurora Pérez, quien comentó que rescató a cuatro niños más que estaban con Íker la noche de los hechos, pero las autoridades sólo hablan de dos, quienes están bajo custodia de las autoridades estatales.
Trabajadores de la zona donde ocurrió la tragedia relataron que Íker llevaba casi un año de pedir limosna ahí, una persona llevaba diario a los niños y volvía hasta la noche por ellos.
Los participantes en la protesta colocaron flores y veladoras en el lugar donde ocurrió la tragedia y rezaron un rosario. “Todos los días los traía un taxi, con ellos venía una persona adulta. Los dejaba y se volvía a subir al vehículo, después los pasaba a buscar hasta horas de la noche”, relató una mujer, quien dijo que trabaja en un local comercial, cerca de donde murió el niño.
Otra empleada de la zona externó que Iker siempre estaba acompañado de otros dos menores de edad, uno de ellos subía a los hombros del otro para hacer malabares con unas pelotas mientras el ahora fallecido hacía piruetas en el asfalto. Antes de que la luz del semáforo cambiara a verde, él era quien se encargaba de pasar entre los vehículos para recibir monedas de los automovilistas.
Algunos que dijeron conocerlo aseguraron que llevaba cerca de un año de trabajar en ese crucero, normalmente con los dos niños que lo acompañaban la noche que falleció. En diciembre llegaron a ese cruce más niños, pues por la temporada lograban obtener mayor ganancia de las limosnas, además de que las personas que viven en la zona les regalaban juguetes o comida, por la época decembrina.
Una empleada más compartió que bajo lluvia, Sol, con frío, trabajaban los niños. Agregó que, durante el día, antes de que ocurrieran los hechos llovió y ahí se mantuvo.
Según recordó, una de sus compañeras de trabajo le contó que fue una camioneta de color blanco, que manejaba una mujer, la que atropelló al pequeño Íker.
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GC