En la actualidad, sabemos que un eclipse es una consecuencia natural de los movimientos de los astros. Especialmente el eclipse de Sol, cuando éste queda oculto por la Luna desde la vista de la Tierra, resulta muy atemorizante. Cualquiera que haya sido testigo de este fenómeno en eventos pasados esta de acuerdo en que el sentimiento que se vive es de una profunda sorpresa y respeto.
Si para nosotros es algo un poco aterrador, para nuestros antepasados mayas que debieron experimentar cuando presenciaban los eclipses a los cuales se les relacionaba con algo sagrado y peligroso.
Sabemos que los mayas fueron grandes observadores y estudiosos de los cielos, creando su propio calendario y sabían en que momento llegaría el fenómeno, que a pesar de eso, no dejaban de atemorizarse.
El Códice Dresde es uno de los pocos escritos mayas que existen en el mundo con datos y estudios astronómicos de increíble exactitud, entre ellos, los eclipses, donde explica que durante un eclipse, el sol o la luna son mordidos por su contraparte o por alguna divinidad que tenga conflicto con el dios al que ha decidido atacar.
Según los mayas, los eclipses solares predecían sequía a, guerra o muerte, mientras que los eclipses lunares eran especialmente dañinos para las mujeres embarazadas y los niños podían nacer con una malformación.
Otra creencia que tenían los mayas acerca de los eclipses de sol era que al mirarlos directamente, pájaros vendrían para sacarles los ojos y quedarían ciegos, así como las creencias mayas acerca de los eclipses era que las Xulab o Xibal querían comerse al sol. Las Xulab son hormigas y para alejarlas del astro, el pueblo se juntaba para hacer rituales y cantos.
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LV