Yucatán

Desde hace 80 años, la familia Chi se ha encargado del cementerio “El Orgullo Mundanal Aquí Termina” en el municipio de Baca

A pocos días de la celebración del Día de los Fieles Difuntos, el sepulturero Francisco de Paula Chin Noh, de 59 años, quien viene de un linaje de enterradores, se prepara para recibir a cientos de personas que visitarán el cementerio El Orgullo Mundanal Aquí Termina.

Este camposanto, que luce limpio y en buenas condiciones, ha sido atendido por una sola familia en los últimos 80 años. De acuerdo con el entrevistado, el primero de esta estirpe que se dedicó al oficio fue su padre, Jesús Chin Chalé, quien en vida se convirtió en sepulturero del camposanto y dedicó más de 70 años a llevar a su última morada a cientos de personas. Tras su muerte por causas naturales, “yo continué la labor”.

Francisco lleva más de 16 años al frente del cementerio, asegurándose de que el lugar sea un lugar limpio y ordenado para quienes acuden a visitar a sus seres queridos, sobre todo porque el camposanto se ha convertido en un mudo testigo de la historia del municipio, albergando entre sus tumbas más de 100 años de relatos y memorias.

En entrevista, compartió algunos recuerdos sobre su vida en el cementerio. En su labor, ha enterrado a personas de toda índole, incluyendo a policías estatales caídos en el cumplimiento de su deber, como Bonifacio, asesinado en Mérida por delincuentes, y el comandante Edilseo Canul, quien perdió la vida en un accidente de tránsito. Ambos fueron despedidos con honores por sus compañeros.

También relató cómo, en ocasiones, en sus horas de trabajo nocturnas, ha escuchado murmullos o visto sombras entre las sepulturas.

“A veces se escucha un murmuro, recorro las tumbas y no hay nadie”, señaló y asegura que esto no le genera miedo y continúa su labor con normalidad.

Uno de los aspectos más delicados de su trabajo es la exhumación de restos. Según explicó, cuando una persona ha cumplido con el tiempo establecido para permanecer en su tumba, se procede a abrir la bóveda con cuidado.

“Lo primero es ventilar la tumba, se abre la bóveda para que salga el gas acumulado. No movemos nada hasta que llegan los familiares, y luego limpiamos los huesos para colocarlos en una tela blanca y entregárselos a un familiar o depositarlos en su nicho”, detalló.

Aunque no se ha registrado el robo de cadáveres, dijo que se han tenido actos vandálicos en lo que destruyen cristales o rompen imágenes.