Apicultores de Tizimín hicieron un urgente llamado a la conservación de los bosques y a la reducción en el uso de agroquímicos para preservar la vida de las abejas, cuya población ha sufrido una disminución alarmante en los últimos años.
El apicultor Moisés Canul recordó que en décadas pasadas las cosechas de miel eran más abundantes debido a que los recursos naturales no estaban tan sobreexplotados. Además, el precio del dulce era justo, lo que permitió que la apicultura se mantuviera como una actividad rentable y viable para las familias del medio rural.
Subrayó la importancia de valorar este oficio, que está estrechamente ligado a la economía sostenible y al equilibrio ecológico de la región.
La apicultura, un oficio milenario, se enfrenta a una grave amenaza de extinción. Según los apicultores locales, la producción de miel depende directamente de que el monte y la selva se mantengan en buenas condiciones. Sin embargo, diversos factores, como fenómenos naturales extremos, la tala inmoderada de árboles y los incendios forestales, han reducido drásticamente las áreas que antes eran clave para la alimentación y la supervivencia de las abejas.
Manuel Cetz, otro apicultor de la región, mencionó que, a pesar de los riesgos, la actividad apícola ha logrado mantenerse gracias a la relación simbiótica que existe entre la producción de miel y los ecosistemas locales.
Sin embargo, la expansión de la ganadería y la agricultura poco planificada están contribuyendo a la devastación de grandes extensiones de tierra, donde se destruyen miles de árboles y plantas, incluidos los arbustos productivos de miel, como el tajonal, lo que pone en peligro la producción apícola.
La deforestación, impulsada por la necesidad de expandir las actividades agrícolas, se ha convertido en uno de los principales enemigos de la apicultura. La explotación no sostenible de los bosques, junto con el cambio climático, que trae consigo huracanes más intensos y periodos de se-quía, agrava aún más la situación.
Además, el uso indiscriminado de agroquímicos ha tenido consecuencias devastadoras para las abejas, al provocar la muerte de miles de estos insectos esenciales para la polinización.
Para los apicultores, la preservación de los sistemas de producción tradicionales es crucial, ya que estos no solo respaldan una tradición ancestral, sino que también son sostenibles y respetuosos con el entorno natural. Además, este oficio es una fuente de sustento para muchas familias de las comunidades rurales, siendo una de las actividades económicas más relevantes de la región.