Recientes investigaciones realizadas en el sitio arqueológico revelaron que la Casa de los Escudos, del Grupo de la Serie Inicial en Chichén Itzá, Yucatán, no sólo es una de las últimas edificaciones, sino también sirvió como un recinto de la guardia a cargo del Palacio de los Falos, además de que se recuperaron 14 escudos labrados en piedra, según reveló el arqueólogo Max Edwin Ayala.
El especialista mencionó que la Casa de los Escudos no podría ser conocida de otra manera, puesto que las fachadas de su patio columnado, de 37 metros cuadrados, igualmente estaban decoradas con broqueles tallados en piedra y en el sitio se recuperó una docena de ellos.
“Este hallazgo resalta la importancia de la estructura como un edificio para los asuntos de guerra de la guardia principal, lo que da cuenta de un discurso militar en el Grupo de la Serie Inicial”, acotó.
A su vez, el arqueólogo José Arturo Cortés señaló que la presencia de los relieves de escudos en la ornamentación refuerza la idea de que en el interior se trataban asuntos de seguridad y conquista.
Respecto a su iconografía, detalló que son circulares, debajo de ellos cuelgan plumas largas y aparecen atravesados por tres flechas: de un lado están las puntas y del otro los dardos.
Asimismo, se observa un lanza dardos y, según el ejemplar, una especie de garrote o arma. A los lados se ve una bolsa en la que podrían haberse transportado puntas de flecha u otros artículos rituales.
Incluso, sobresale el emblema al centro del escudo, un elemento globular que surge de la parte superior y del que se desprenden volutas dobles en los costados y la parte inferior.
El epigrafista Santiago Sobrino Fernández propuso la comparación con vocablos mayas, como el difrasismo K’ak-‘ol -que hace referencia al calor anímico, aquel que posee una persona iracunda- con representaciones semejantes en otros espacios de Chichén Itzá, como la Plataforma de las Águilas y el Templo de los Guerreros, cuyo emblema alude a un corazón palpitante.
“El escudo habla de las personas que van a la guerra, mientras que el discurso de la Casa de los Caracoles hace alusión a la montaña florida, el mundo de los dioses y la legitimación de los gobernantes. El primero es de índole militar por la panoplia que muestra, pero también porque el símbolo sugiere las cualidades del combatiente: ser valiente, colérico y determinado”, sostuvo.
Por su parte, la restauradora Alejandra Mei Chong Bastidas indicó que una piedra que daba al Sureste conservó rastros de pintura, lo que permitió identificar la paleta cromática que debió poseer el conjunto.
Sin embargo, este no es el único elemento que preserva color, ya que también se identificó pintura mural y tapas de bóveda con policromía en el cuarto Oeste.
Comentó que el objetivo era el rastreo de los estratos, por lo que se realizó una toma de muestras con un sistema metodológico.
“En el caso de los sillares con la representación del escudo, se obtuvo que el soporte corresponde a roca caliza, seguido de un mortero aplanado de cal, y después se aplicó un enlucido sobre el cual iría la capa pictórica con las siguientes tonalidades: rojo, ocre, negro, verde y azul”, finalizó.
El Grupo de la Serie Inicial fue abierto al público en septiembre de 2023 y su estudio se realiza en el marco del Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológicas (Promeza). Si bien el director de Chichén Itzá es José Osorio León, los responsables de las excavaciones en la Casa de los Escudos son los arqueólogos Edwin Ayala y Arturo Cortés.
En noviembre de 2022, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) igualmente emprendió los trabajos en la denominada Estructura 5C36 y su restauración continúa en la actualidad, enfocándose en los interiores que comprenden una superficie de poco más de 213 metros cuadrados.
La Casa de los Escudos mide 14 metros de ancho (fachadas Este y Oeste) por 18 metros de largo (fachada Sur); hasta el momento, son estas portadas las que se han intervenido.
De acuerdo con la investigación, es posible que fuera la última edificación agregada al complejo conocido como el Palacio de los Falos, hacia los años 950-1150 después de Cristo, para cerrarlo en su esquina Noreste, en tanto, del lado Sur se conecta con la Casa de los Caracoles mediante un pasillo interior.
Se trata de una de las construcciones más recientemente definidas. “En un momento se pensó que, al igual que la Casa de la Luna, era un patio-galería. No obstante, se comprendió mejor su composición arquitectónica gracias a una exploración minuciosa, que permitió reconocer muros aún en pie, desplantes de bóveda, cimentaciones y columnas”, señaló Arturo Cortés.
Una clave definitiva para reconocer su función fue la recuperación de bloques de piedra con la representación en relieve de blasones de guerra, que en conjunto formaban frisos. Aunque incompletos, la fachada Oeste cuenta con cinco de estos diseños, mientras que en la del Sur se registraron siete íntegros, cada uno compuesto por entre seis y ocho paneles.
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JG