Se celebra el 461 aniversario de la fundación del convento dedicado a los Santos Patronos, Gaspar, Melchor y Baltasar, el cual es una joya arquitectónica que le proporciona identidad al municipio y el más grande de la región.
Esto fue lo que compartió el historiador, Luis Pérez Salazar, exponiendo que entre los días 1, 2 y 3 de marzo de 1563 en una reunión celebrada por los frailes Franciscanos y las autoridades de aquel entonces denominado Capítulo, se decidió la construcción de este coloso, un ícono majestuoso y referencial que luce imponente en el corazón de la ciudad.
Se construyó a conciencia de que era el lugar más apropiado para su edificación por su ubicación geográfica y se reconoce como su constructor a Fray Francisco de Gadea; su diseño es como un tipo de fortaleza por el temor de ser asaltado por los mayas de los Cupules, aunque esto no sucedió porque desde el inicio de la evangelización poco a poco se identificaron con las imágenes de los Tres Santos Reyes que suplieron a sus ídolos.
En alusión, Luis Pérez relató que Tizimín, en la época prehispánica, fue un lugar donde se rendía culto a los tres dioses, Yu´um Ik (dios del viento), Yu´um Chaac (dios de la lluvia) y Yu´um Kaax (dios del monte y del maíz), por lo que desde pueblos cercanos sus habitantes acudían a él para tal fin; sin embargo, al ser suplidos por las imágenes los Reyes Magos externó que los indígenas rápidamente se adaptaron a ellos.
Añadió que las efigies de los Reyes Magos fueron colocadas por primera vez en una capilla en el ala Oeste del claustro alto y ahí permanecieron 200 años hasta que se construyó la iglesia de 1745 a 1751 y es así como se trasladaron al templo religioso.
Mencionó que hasta hace algunas décadas se creía que esta ciudad era muy pequeña, pero por investigaciones del INAH se constató que era muy grande e idónea para convertirse en cabecera de dichos cultos.
Describió que en el Convento existía mucha arquería en su primer y segundo claustro, así como en sus exteriores, además de que contaba con dos enramadas, estructuras de huano sostenidas por postes de zapote y que median aproximadamente 12 a 15 metros y de altura unos 20 metros; en estas estructuras, el sacerdote celebraba y la gente dentro de la enramada cantaba y escuchaba.
El historiador agregó que en el claustro bajo se enseñaba a leer, escribir matemáticas, tallado de madera, de piedra y que ahí se ubicaba la cocina, mientras que el Parque Juárez era un huerto que se prolongaba hasta el callejón de las combis, donde se podían encontrar guayabas, limones, naranjas, mangos, piña, aguacates, entre otras frutas, además de que se producía por los habitantes mucho chile y un algodón muy fino donde hacían sus mantas y también cacao en las rejolladas.
Además de que en el exterior del convento, sobre la calle 48, había 10 arcos y otra noria en lo que hoy se conoce como Chemulpo.
Concluyó que esta fecha no debe pasar desapercibida para los tizimileños, ya que gracias a estos datos emitidos por los testimonios de los frailes de aquella época se conoce el pasado emblemático que proporciona identidad. Indicó, como último dato, que en 1900 le bajaron el nivel al piso de la calle 51, que era de pura piedra, pues en ese entonces no tenían las personas que subir escaleras para ingresar al exconvento.
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NM