Las obras irregulares en la playa de Sisal solo es un reflejo de la gentrificación que está sufriendo el puerto: tanto dentro como fuera del Pueblo Mágico pueden apreciarse ofertas de lotes y de nuevos complejos que ni siquiera están delineados o están construcción todavía.
Como POR ESTO! informó, la asociación Unidos por Sisal denunció que los proyectos Villas María y La Perla en Sunset Shores, Arrecife, Ocean View y Maraqua “no cuentan con los permisos necesarios para su ejecución”.
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Por lo pronto, dentro del poblado se edifica una torre de 5 pisos en la calle 21 con 34 a menos de 100 metros del mar, lo que supone un gran atractivo. Sin embargo, para su construcción, se tuvieron que tirar numerosas palmeras, las cuales aparecen en la imagen satelital de hace un año.
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El complejo no es bien visto: de entrada, ahora transitan muchas unidades pesadas que llevan materiales sobre la calle 34 y aledañas. Y la preocupación latente es si un desarrollo habitacional de lujo disparará la plusvalía y el costo del predial, como ha sucedido en otros municipios y comisarías del Estado, incluida Mérida.
Los 11 kilómetros siguientes tras la conclusión de la calle 21, que delimita el puerto sisaleño, es tierra “fértil” para todo tipo de negocios inmobiliarios, entre los que se ofrecen lotes de inversión y ya hay numerosas casas y se apunta a la proliferación de los complejos de lujo. Es precisamente en ese amplio terreno donde se encuentran las construcciones que no cumplen con la norma, como reveló Unidos por Sisal.
En su informe compartido, el organismo expuso que el complejo Sandré, antes conocido como Villas 33, no respetó con los requerimientos, aunque cuenta con la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA). Para empezar, el porcentaje del lote utilizado (44 por ciento) es superior a lo ofrecido en la MIA, que además se aprobó en “tiempo récord”. El acceso a la playa es lineal y es de más de un metro de ancho.
Asimismo, se hizo un desmonte del 90 por ciento del área y no se respetó la primera duna. El edificio contará con seis pisos y 14 unidades habitacionales.
Curiosamente, cuando el proyecto se llamaba Villas 33 podían verse mantas y publicidades en la zona de construcción e inmediaciones. Ahora, incluso sus trabajadores niegan saber de un complejo con ese nombre. “La comunidad vecinal se opone de manera categórica a este proyecto y a cualquier otra actividad que pudiera amenazar el entorno”, indicó Unidos por Sisal.
Y entre esas torres, abundan los lotes. En algunos casos, para delimitar el terreno y los espacios en venta, se ha desmontado ampliamente, acabando con la flora del lugar.
“Los daños ocasionados al entorno ambiental de la zona son de una magnitud considerable. De proseguir, existe un riesgo de causar un ecocidio de proporciones irreversibles para el ecosistema local”, sostuvo Unidos por Sisal.
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