De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), dos de cada 10 embarazos en Yucatán son de mujeres menores de 17 años; de acuerdo con la psicóloga Alejandra Cervera Dzib, el 80 por ciento de estas adolescentes no toma el rol de madre, se deslinda de sus obligaciones y pasan la responsabilidad a sus padres.
Cervera Dzib indicó que el 80 por ciento de estas adolescentes no asume el rol de madre, transfiriendo la responsabilidad a sus propios padres, es decir, a los abuelos del niño por nacer.
Agregó que este fenómeno plantea desafíos complejos. En primer lugar, enfatizó que es crucial abordar el tema del embarazo adolescente con las jóvenes de manera temprana y comprensiva, alegando que la educación sexual integral y el acceso a métodos anticonceptivos son pilares fundamentales en la prevención de embarazos no deseados, es necesario promover un diálogo abierto y libre de tabúes en las escuelas y las familias, para que las adolescentes comprendan las implicaciones de sus decisiones y que las tomen de manera informada.
Sin embargo, la responsabilidad no recae únicamente en las jóvenes embarazadas. Los padres y tutores también tienen un papel crucial qué desempeñar en este escenario. Es fundamental que brinden apoyo emocional y práctico a sus hijas, acompañándolas en el proceso y ayudándolas a asumir sus responsabilidades como futuras madres. Esto implica proporcionarles acceso a la atención médica adecuada, así como orientación y recursos para continuar con su educación y desarrollo personal.
Además, enfatizó que es importante que los padres se protejan a sí mismos de posibles chantajes emocionales por parte de sus hijas. Recalcó que no deben permitir que el miedo al abandono o la manipulación los lleve a asumir la crianza de los nietos en lugar de sus hijas adolescentes. En su lugar, es necesario establecer límites claros y fomentar la autonomía y la responsabilidad de las jóvenes en la crianza de sus hijos.
Comentó que el fenómeno de los embarazos adolescentes no es simplemente un problema individual, sino un reflejo de desafíos más amplios en la sociedad, como la falta de acceso a una educación sexual integral, la escasez de oportunidades para las jóvenes y la persistencia de normas de género restrictivas. Abordar estos problemas de raíz requerirá un esfuerzo coordinado y sostenido de todos los actores involucrados, desde el Gobierno hasta las familias y las comunidades.
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