La situación en los puertos del Litoral Oriental está tomando un giro preocupante debido al acelerado crecimiento desordenado, que pone en peligro tanto a la población local como al ecosistema.
En lugares como El Cuyo, Río Lagartos y San Felipe, la falta de espacio para la construcción de viviendas y la expansión descontrolada han llevado a un desplazamiento de los habitantes, que están siendo reemplazados por grandes inversionistas interesados en adquirir tierras para la construcción de hoteles y otros desarrollos turísticos.
El biólogo Julián Rojas explicó que la expansión urbana en estos puertos tiene consecuencias serias, sobre todo porque está ubicada cerca de una área vital: la zona de anidación del flamenco rosa.
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El crecimiento desordenado está afectando de manera directa a los manglares, que están siendo destruidos para dar paso a la urbanización. La invasión de zonas no autorizadas para el crecimiento poblacional está provocando la destrucción de estos valiosos ecosistemas.
La preocupación también aumenta debido al incremento de la tasa de natalidad, la llegada de población flotante y el asentamiento de extranjeros, lo que ha generado una presión sobre los recursos disponibles en los puertos.
Rojas recordó que el Decreto Presidencial de 1979, que creó el Refugio Faunístico de Ría Lagartos, no aclaró la situación legal sobre la tenencia de la tierra en esta zona.
A pesar de que se trataba de una declaratoria, no se especificaron los derechos de propiedad ni se establecieron planes de indemnización o expropiación.
En la zona de la Reserva existen diferentes regímenes de propiedad, como la privada, terrenos nacionales, dotación ejidal, zona federal marítimo-terrestre y concesionada para la producción de sal.

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Sin embargo, el manejo de estos terrenos no ha sido claro, y la falta de definición sobre los límites ha facilitado la venta de tierras ejidales y la cesión de terrenos nacionales a particulares.
Este problema se ha agudizado especialmente en áreas como El Cuyo, donde los grandes inversionistas han comenzado a adquirir terrenos de alto valor para el desarrollo de complejos turísticos destinados al turismo internacional.
La situación de los terrenos ejidales también es preocupante. Aunque la Procuraduría Agraria está llevando a cabo el proceso de certificación de derechos en el ejido de El Cuyo, los habitantes de la zona no siempre respetan la dotación original de tierras, lo que ha generado disputas y afectado gravemente el ecosistema circundante.
En El Cuyo, al menos en el proceso de construcción de nuevos hoteles, se observa un aumento de la plusvalía de los terrenos, los cuales son comprados por inversionistas extranjeros provenientes de Japón, Francia, Italia y Estados Unidos.
Este crecimiento desmedido, impulsado por la llegada del turismo de masas, pone en riesgo el equilibrio ecológico y la paz social en la zona.
Con el aumento de la contaminación tanto en la ría como en el mar, se corre el riesgo de perder la tranquilidad que caracteriza a estas comunidades. A su vez, el encarecimiento de los servicios y productos básicos podría expulsar a los residentes locales, como ha sucedido en otras regiones turísticas.
En San Felipe y Río Lagartos, la destrucción de los manglares es alarmante. Esta devastación está afectando gravemente los humedales de la zona, que son cruciales para la biodiversidad local.
La falta de espacio para la construcción de viviendas está exacerbando este problema, ya que el crecimiento de la población no tiene lugar donde desarrollarse sin causar daño al medio ambiente.
El desordenado crecimiento urbano en los puertos de la zona pone en jaque tanto a la población local como al frágil ecosistema. Urge que las autoridades tomen medidas para regular la expansión, con el fin de garantizar la protección de los recursos naturales y la preservación de las comunidades locales.