La aparición de un cocodrilo de más de tres metros de longitud causó terror a vecinos del primer cuadro de Progreso, a pesar de que varias familias suelen alimentar al espécimen.
Tras varias horas de seguimiento a cargo de los pobladores y autoridades municipales, durante la tarde, el anfibio salió a la vía pública y fue necesario emprender un operativo para liberarlo en la “zona cero”.
Todo comenzó alrededor de las 17:00 horas, cuando la cámara celular de uno de los vecinos evidenció la caminata del lagarto en la calle 69-A por 74 y 76 de la zona centro. Destaca que el suceso ocurrió enfrente del centro de atención múltiple donde suelen acudir decenas de estudiantes con discapacidad.
En consulta con los pobladores de la zona, tras el huracán “Gilberto” en 1989, la ciénaga comenzó a tener varios “residentes”: uno de ellos se asegura que fue este ejemplar de 3.20 metros, y más de cien kilos de peso.
A pesar de que varios habitantes otorgaban alimento al cocodrilo, en estos últimos días fueron recurrentes sus apariciones, temiendo por los menores de edad que viven en el área. Fue después de las 18:00 horas cuando llegaron a la dirección mencionada elementos de la policía ecológica, al mando del comandante Obdulio Mena Sánchez.
Se necesitó también de una patrulla de la dirección de seguridad pública y tránsito municipal. Debido a la inmensidad del reptil, se ameritó que intervengan varios pobladores que están acostumbrados a ver por las mañanas a este tipo de animales. Un dato que llamó la atención es que estos nunca han atacado a ninguna persona y todo ha quedado en sustos.
Al notar el movimiento de patrullas y elementos ecológicos, hicieron acto de aparición varios progreseños y hasta turistas que abandonaron sus pasadías en la playa para ser testigos del incidente que, a través de las imágenes subidas a redes sociales, se hizo viral en el estado.
Uno de los momentos de mayor desesperación para los presentes llegó cuando el animal buscó quitarse de encima un par de sogas, que fueron colocadas a distancia, para poder empezar el protocolo de traslado rumbo a la reserva ecológica que se sitúa en la carretera rumbo a Chicxulub.
Se necesitó de casi veinte minutos de esfuerzos entre los agentes en turno y voluntarios que decidieron arriesgar su integridad para finalmente subir al animal gigante a la patrulla de la DSPT: para tener arribo a la “zona cero” y cerrar un capítulo nunca antes visto por la comunidad de esta ciudad y puerto.
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FAR
