Desde hace 38 años, don Angel Canul cruza diariamente el Arroyo Grande decenas de veces, trasladando a personas de una orilla a la otra y conectando a la colonia Manigua con la Puntilla, travesía que les ahorra a los habitantes tiempo y cansancio, pues de lo contrario deberían caminar más de un kilómetro para llegar al otro lado, ante la falta de un puente peatonal tan prometido por tantos y tantos políticos, sin que se les cumpla hasta el momento.
Siendo el último de quienes realizan el oficio de lanchero, don Angel persiste como el personaje de la mitología griega, Caronte, quien cruzaba las almas por el río Aqueronte para llevarlas al Hades, cobrando una moneda de oro, así él recibe unas cuantas monedas por sus servicios pero no son obligatorias, sino voluntarias como señala.
“Me gano uno o dos pesos por persona, a veces no les cobro, es lo que quieran dar, sobre todo a los estudiantes, si no traen pues ni modo de decirles que no, yo los paso, más porque van a la escuela a prepararse, igual si alguien no trae pero casi siempre me dan algo”, menciona, y por ello a lo largo de los años se ha convertido en un personaje muy querido en esa zona popular de la Isla del Carmen.
Ya de 78 años de edad, ha visto los cambios que ha sufrido la ciudad, sobre todo en aquel extremo, recuerda que hace más de tres décadas cuando se inició en eso de cruzar personas por el arroyo aún existía la panga, y eran varios quienes se dedicaban al cruce.
“Antes éramos más, ya ahora sólo quedo yo solito, me tocó todavía el transbordador, la panga que salía ahí mero de la Puntilla, llevábamos a la gente de aquí hasta allá y luego cruzaban el charco más grande”, dice entre risas.
En su lancha ha visto momentos históricos, como la construcción del Puente Zacatal, incluso recuerda, “era tiempos de Carlos Salinas de Gortari, llevaba a la gente cuando estaban trabajando ahí, por aquí cruzaban varios, siempre hemos trabajado aquí así que me tocó llevarlos”.
Trabajo
Sin embargo, don Angel no romantiza su situación, sabe que a su edad es un trabajo arduo aunque lo hace con cariño, pero también está consciente de que no podrá hacerlo para siempre, por ello considera que “ojalá sí construyan el puente, pero pues ya lo han prometido tantas veces que ya no se les cree nada, cada campaña es lo mismo, ojalá sí lo construyan algún día porque un día ya no voy a estar”.
Aunque jamás ha tenido un accidente, los años ya pesan, sobre todo al impulsar la lancha con un remo de madera, y más cuando lleva mucha gente, “todavía puedo, pero cuando hay mucho viendo sí te menea, pero nunca me he caído ni nada, ya más de 30 años diario”.
Ejemplo de vida
Lo que gana diariamente es sólo para mantenerse a sí mismo, y recibe alguna ayuda de su familia, además, al contrario de políticos de la tercera edad que han despreciado las pensiones para adultos, él agradece que le hayan aumentado, “ya está llegando un poco más, con eso ahí la vamos llevando”.
(Texto: Carlos Valdemar / Fotos: Dayana Alcalá)