Hace más de 109 años, en Kila, Lerma, en medio de las desgracias que, durante cuatro años enfrentaron los miembros de la familia Xamán, como consecuencia de la plaga de langosta e inusuales sequías, surgió una tradición que ha perdurado hasta nuestros días y que, además de fortalecer la fe de este pueblo de agricultores y pescadores, le ha dado identidad: La celebración en honor a los Santos Reyes.
Sí, mientras para la mayor parte de la población de Campeche, esta celebración vinculada al cristianismo se ha diluido, hasta llegar a convertirse en ocasión para dar un regalo a los niños, en esta esforzada comunidad la citada celebración tiene un significado más profundo.
La familia Xamán, originaria de Yucatán, fue la precursora de esta tradición que busca ser distinguida con el título de Patrimonio Cultural del Pueblo de Campeche.
El origen de la tradición
La devoción que sin recato alguno tienen hacia los Reyes Magos los lermeros la describe con mucha precisión en uno de sus trabajos periodísticos el comunicador champotonero Roger Elías Cornelio Sosa:
Estas festividades del cuatro al siete de enero tienen su origen a una promesa de fe. Los protectores de la tradición narran: “…el abuelo mayor, el primer Xamán, llegó con su esposa y otras 12 familias provenientes del poblado de Muna, Yucatán; huían de la viruela negra que ya había causado muchas muertes en aquél lugar.
“Se establecieron aquí en Lerma en el año de 1907. Al principio no les fue nada bien. Él se dedicaba, como todos los que llegaron, a las labores del campo cultivando maíz. Desafortunadamente cada temporada, durante cuatro ciclos consecutivos, asoló coincidentemente una plaga de langosta que devoraba cada planta que lograba germinar.
“Cansado de esta situación y desesperado por no poder llevar el alimento a sus familias, un cuatro de enero de 1911, decidió encomendar sus cultivos a los Tres Reyes Magos. Al paso de las semanas su fe se fortalecía. El cultivo marca sus tiempos y, para su sorpresa, el maíz empezó a espigar ‘rete bonito’”.
-Poco tiempo después comenzaron a surgir las mazorcas, sin que plaga alguna amenazara su evolución. El maizal creció bonito, el producto se cosechó en abundancia y en cada hogar las familias celebraban de alegría-, narra doña Yolanda Xamán, nieta del precursor de la tradición.
La matriarca de los Xamán
Yolanda, la matriarca de los Xamán, nunca niega a una entrevista. Aunque una vez más los reporteros llegan con preguntas que sin descanso ha contestado en los últimos decenios, sin molestia alguna ella vuelve a contar la concebida historia.
Mientras selecciona las hierbas y condimentos que formarán parte de la elaboración del frijol con puerco, guiso que la tradición especifica que debe ser ofrecido como ofrenda para los Santos Reyes y consumido por los asistentes a la festividad, no duda en declarar que este año fue “complicado que los patrones consiguieran el capital necesario para hacer una fiesta digna, aunque finalmente se logró”.
Los festejos en esta población cuasi conurbada con la capital del Estado dictan que el primer día los participantes a los festejos religiosos deberán consumir frijol, con puerco; el día principal (6 de enero), relleno negro y cochinita pibil, y el tercer día diversos guisos tradicionales de la región yucateca.
Este año, explica la señora Xamán Barbeíta, en el primer día de celebración, su gremio sacrificó 11 cerdos, animales que primero debieron cumplir con la tradición de ser entregados al patrón, luego de un recorrido por las calles de la comunidad, actividad que generalmente incluye la participación de músicos que interpretan música tradicional.
Nuestra entrevistada explica que su familia no es la única que participa en estos festejos, pues la tradición se ha extendido por toda la comunidad lermera.
La tradición no nació con Lerma, pues este puerto pesquero es casi tan antiguo como Campeche. Ya existía en tiempos prehispánicos y si nos referimos a la época colonial, su fundación no dista mucho a la de la actual capital del Estado. Sin embargo, hace 109 años, la tragedia que vivieron los agricultores de esta región dio origen a una tradición que, indudablemente, constituye uno de los elementos más importantes de la identidad cultural de los lermeros.
Lerma está situada en una zona agreste, cuya orografía seguramente complicó la vida a quienes se dedicaban a la agricultura como medio de subsistencia. Cierto es que, cuando los recursos que están a la mano del hombre se agotan, entonces acudimos a lo divino y eso fue lo que ocurrió en el caso de quienes junto con la familia Xamán vivieron una de las crisis agrícolas más importantes de ese momento, eso ya hace 109 años.
Cuando los caminos, razonamientos y recursos materiales se agotan, sólo queda aferrarse a la fe o sucumbir. Para el que cree todo es posible, refiere uno de los apóstoles del Hijo del Hombre y eso fue precisamente la determinación que tomaron los miembros de la familia Xamán hace 109 años y quizá nunca pensaron que las muestras de su devoción se perpetraran por más de un siglo.
Los festejos en honor a los Reyes Magos de Lerma no se caracterizan por su refinamiento. No lo necesita, así como tampoco que se le reconozca mediante el otorgamiento de un título.
Como la mayoría de las comunidades pesqueras de Campeche, los habitantes de Lerma, quienes actualmente dependen de la actividad pesquera, no están viviendo su mejor momento –eso ya desde hace casi 20 años-, por lo que es más que evidente el elevado nivel de marginación de sus habitantes.
Año tras año, la riqueza que el generoso mar da a las familias lermeras no se ve reflejada en una mejor calidad de vida de las familias de los hombres de mar, a quienes el propio gobierno tiene estigmatizado como irresponsables y pendencieros.
Ante la calamitosa realidad de los lermeros, agricultores y pescadores, por igual, el aporte de la familia Xamán viene al menos a subsanar las necesidades espirituales de este pueblo. Qué sería de los mexicanos sin su Guadalupe o qué sería de los lermeros sin sus Reyes Magos.
(Joaquín Vargas)