Campeche

Leyendas de Campeche: Marqués, el perro que salvó a una niña de una bestia

Marqués era sabueso que vivía con una familia en el Centro Histórico de Campeche y su actuar salvó a una niña de una espantosa bestia.
Marqués era el mejor amigo de Ofelia, la primogénita de don Tristán. Foto: Sectur Campeche

Caminar por las calles del Centro Histórico de Campeche es encontrarse con la memoria del pasado. Cada esquina, edificio, calle, se conjuga en un mismo pasado que le da sustento a su presente.  

La ciudad tiene, como todas, sus historias, leyendas, mitos, que refuerzan la identidad. Tal es el caso de la "esquina del perro".

Cuenta la historia que en la casa, ubicada en la calle 16 x 43, vivía don Tristán de Villanueva, un hombre hereje. Era descendiente de una damos de marranos, llamados así judeoconversos de los reinos cristianos de la Península Ibérica

Estaba casado con doña Eugenia y tenían una niña, Ofelia era su nombre. La fobia del padre por la iglesia evitó que la pequeña, de tres años, recibiera las aguas del bautismo

Se dice que la niña era muy inteligente, tan es así que llegó a generar un vínculo con Marqués, un perro de gran tamaño con aspecto feroz. Incluso, dialogaban sobre los problemas cotidianos.

Una noche cualquiera, los ladridos de Marqués se escucharon. No era cualquier sonido. Don Tristán de inmediato, se incorporó de la cama y temiendo la entrada de un malhechor, salió armado de su cuarto; sin embargo, lo que desesperó al perro fue una figura en forma de cuadrúpedo que se había perdido en el terreno de al lado. 

Después de un rato, se volvió a escuchar el ladrido de Marqués, así como otro ruido extraño. Rugidos de alguna fiera. Ambos sonidos resonaban en la hacienda, provenían de la habitación de la pequeña Ofelia. 

Al ingresar, el perro atacaba con fuerza a una bestia monstruosa, de figura indescriptible, cuyos ojos llenos de maldad brillaban como carbones encendidos. Se cuenta. 

El monstruo chorreaba sangre de los colmillos que salía con cada mordedura a la mascota familiar. A pesar de casi haber perdido la batalla, Márquez no se rendía y seguía firme en su posición. 

Tras varios minutos de batalla, las palabras de Ofelia causaron un efecto mágico, tan es así que al escucharla la bestia retrocedió, reflejó un miedo cerval y huyó del lugar.

Lamentablemente sabueso murió, no pudo reponerse de aquella pelea. Tampoco de Tristán.

Por su gesto y para perpetuar la memoria del defensor de su hija, mandó a construir sobre la azotea de su residencia la efigie en la piedra de Marqués, misma que en actualidad aún se puede ver.

Por Redacción Digital Por Esto!

JG