Los avances en el semáforo de riesgo epidemiológico dan un respiro a los franeleros que encontraban sustento en los estacionamientos del centro de la ciudad, donde ya es más constante la afluencia de ciudadanos ante la señal de riesgo ante el COVID-19.
Juan Guadalupe Ortiz Ballina, quien obtiene el pan de cada día como franelero compartió su experiencia con la emergencia sanitaria durante los últimos ocho meses y como le impactó al ser uno de tantos ciudadanos que viven al día.
“Fueron meses muy duros con la pandemia, a pesar de toda la situación seguíamos asistiendo para recibir lo que cayera, pero estuvo cerrado el malecón de la ciudad y eso nos afectó mucho, si salía para comprar huevos ya era ganancia ya que no había mucho movimiento”, relató el franelero mientras lavaba un vehículo estacionado a escasos metros del mercado publico Alonso Felipe de Andrade.
Antes de llegar la nueva enfermedad a la entidad, el franelero indicó que lograba generar lo suficiente para sobrevivir, pero los últimos meses fueron una lucha grande para salir a buscar el alimento de su familia en plena pandemia.
El paso de los meses y la transición al semáforo verde suponen un respiro para los franeleros como José Guadalupe al aumentar la movilidad en los espacios públicos que le dan la oportunidad de ganar algunas monedas siempre teniendo en cuenta los cuidados ya que a pesar de la irregularidad de su trabajo no deja de lado las medidas como el uso de cubrebocas y el uso de alcohol gel.
Por Emmanuel Sansores