Debido a la acción de la marea, el campamento tortuguero “La Escollera” se encuentra en peligro de colapsar, pues el mar avanzó tierra adentro y destruyó parte de la playa hasta casi llegar a las oficinas de la agrupación ecologista, dio a conocer Alfonzo Díaz Molina, responsable del lugar.
Reveló que por este motivo desapareció una amplia zona de cocoteros y postes de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), situación que como agrupación dieron a conocer al Ayuntamiento y Protección Civil, sin que reciban respuesta.
El activista declaró que la erosión costera ha hecho estragos con las playas de Sabancuy, pues año con año al agua arrastra toneladas de arena hacia el interior del estero y genera diversas problemáticas que al momento no han sido atendidas, a pesar de las constantes denuncias por parte de la ciudadanía y pescadores.
Díaz Molina abundó que esta situación se agrava con la acción de los “nortes” que acompañan los frentes fríos, y con los temporales que se desatan a partir de fenómenos meteorológicos como tormentas tropicales y huracanes.
El declarante expuso que además de sufrir el embate de las condiciones atmosféricas, no reciben ningún tipo apoyo por parte de las autoridades municipales, ya que al momento requieren evitar el fuerte deslave del litoral que afectará también las zonas de anidación.
Al respecto, Alonzo reveló que durante el mandato de Fernando Ortega Bernés envío varios oficios para dar a conocer el grave problema de la erosión costera, la cual no solamente afecta a la Villa, sino que abarca hasta Ciudad del Carmen al poner en riesgo las torres de alta tensión que pasan por la orilla del mar; sin embargo, ninguna de sus misivas tuvo eco.
También alertó que lo único que evita se inunde la comunidad es la franja de tierra por donde pasa la carretera, aunque igualmente podría desaparecer de continuar el deterioro de la costa.
Con respecto al campamento, el declarante expuso que sólo recibieron atención por parte de la Universidad Autónoma de Carmen (Unacar), con 200 volquetadas de piedra vertidas al mar para contener su avance, pero es urgente poner en práctica otras medidas.
Por Jorge Jiménez