A pesar del avance tecnológico, no ha sido desplazada la compra de historietas o revistas ya que hay personas que conservan esa tradición de tener de manera física, esto como una manera de coleccionar los mencionados textos.
La señora Ileana Hernández, quien tiene un puesto de revistas llamado“La Bendición de Dios” dentro de las instalaciones del mercado Alonso Felipe de Andrade, narró que ella es la tercera generación familiar a cargo de este negocio que se ha mantenido por más de 50 años, en donde se pueden encontrar revistas antiguas con ediciones de los años de 1970 o actuales.
“Muchas veces nos piden revistas como de Capulinita, Kaliman, Memín Pingüin, son ediciones muy escasas, también nos piden mucho de María Isabel, tomos de Lágrimas y Risas, nosotros pedimos las revistas en bodega en la Ciudad de México”, mencionó.
Destacó que en una ocasión uno de los clientes le solicitó una revista de Kalimán, el cual se la vendió a 15 pesos, pero como este tipo de historieta es muy popular el comprador la vendió por internet en 3 mil pesos.
Lamentó que se haya perdido mucho el hábito de la lectura; sin embargo, dijo algunos padres de familia buscan fomentar este pasatiempo, es por ello que compran algunas historietas para que los niños lean.
Mencionó que recientemente le llegaron revistas de Selecciones del año de 1952, las personas las compran por nostalgia, o para su negocio, ya que a veces su valor es más alto para los coleccionistas.
“Soy la tercera generación de este negocio, primero perteneció a mis abuelos, de ahí a mis tías, ahora estoy yo, ya llevamos más de 50 años siempre se ha vendido revistas antiguas”, afirmó.
Recordó que las personas que trabajaban en las embarcaciones que se iban a laborar en altamar hasta por 2 o 3 meses, llevaban revistas en grandes cantidades para poder leer en sus ratos libres.
“Ellos se llevaban hasta dos o tres cajas para poder leer durante su viaje, también cuando llegaban a un puerto intercambiaban con otros barcos las revistas, ya cuando llegaban a Carmen venían aquí al negocio de mi abuelita y cambiaban aquí también sus revistas, ya que este es un negocio de venta y cambio”, relató.
Por Irene Barradas