La comunidad artesanal es de los sectores que más ha afectado la pandemia por COVID-19, sobre todo para quienes se dedicaban al comercio de las hamacas.
Este tipo de tejidos es uno de los trabajos más reconocidos del municipio, incluso a nivel nacional e internacional, pero pareciera ser una de los menos valorados a pesar de ser un artículo de uso cotidiano en la zona, pues la población acostumbra utilizarlas para el descanso diario.
Al respecto, Marcelina Chi Kantún señala que ella se ha dedicado a la elaboración de las hamacas y compra hilos para elaborarlas, actividad en la que tiene que invertir hasta 240 pesos para después de unos días de trabajo culminar con la cantidad de ocho tubos y posteriormente comercializarlas en 400 pesos, pero sin los brazos de la hamaca.
Es una labor que ha hecho desde hace años e indica que las adquieren lugareños y visitantes, así también se venden en la ciudad de Mérida, San Francisco de Campeche, incluso en Cancún y Playa del Carmen, en el estado de Quintana Roo.
El urdido de hamacas ha proliferado y actualmente representa una oportunidad de negocio en la que varias familias se dedican de tiempo completo a crear con sus manos este tipo de artesanías, para luego ofrecerlas a cambio de 600 a 800 con una inversión de al menos 200 pesos.
Sin embargo, la pandemia es un factor que impiden a los artesanos repuntar con este comercio, por lo que esperan que con la vacuna pronto de se normalice la situación y termine la contingencia sanitaria.