Uno de los productos naturales que caracterizó a Campeche, fue el palo de tinte, el cual es un árbol originario de la Península de Yucatán del que se extrae un colorante que fue codiciado en siglos pasados; sin embargo, es bien conocido que la verdadera ciencia de las tinturas vegetales la desarrollaron los habitantes del México antiguo, gracias a cuya maestría hoy conocemos una amplia variedad de colores mexicanos a partir del Haematoxylum campechianum.
En la antigüedad, los habitantes del territorio campechano: los mayas, usaban la madera de este árbol como un adorno en forma de arco para sus fiestas y el tinte lo utilizaban para teñir mantas de lana o vestidos, así como los listones con que las mujeres trenzaban sus cabellos. Del palo de tinte se podían obtener colores como el negro, marrón o sepia.
Durante el siglo XIX, los barcos de vela que entraban a los puertos de Carmen y Campeche cargaban en sus bodegas productos provenientes de Europa y Estados Unidos y salían con una única mercancía: el palo de tinte. El caso de la compañía Anizan, dirigida por dos hermanos franceses, sirve para ilustrar cómo los extranjeros llegaron a construir un inmenso emporio comercial a través de la extracción y exportación de esta madera.
Su comercio como materia tintórea inició en la época de la Nueva España, en 1561, cuando el conquistador y encomendero del pueblo de Calotmul, provincia de Valladolid (Yucatán), Marcos de Ayala, descubrió los diferentes colores que proporcionaba este árbol.
De acuerdo con el testimonio de los pobladores, fue Marcos Ayala, conquistador que participó en la conquista y pacificación de la provincia de Yucatán así como de Tabasco, junto con los Montejo, quien había introducido la manera de hacer seda y extraer del añil del palo de tinte para teñir los paños de Nueva España, así como los de la metrópoli y Flandes; comercio que sería aprovechado por naciones como Francia, Inglaterra y Holanda, en aquel entonces famosas por su industria textil.
Los árboles de tinte sobreviven en suelos húmedos e inundables donde poco a poco van formando pequeñas agrupaciones que se conocen como tintales. Un tintal en desarrollo tiene árboles juveniles con troncos y ramas llenos de espinas que cierran el acceso, pero un tintal en su madurez, se convierte en un pequeño bosque dominado por árboles de tinte, que son refugio de aves migratorias, reptiles y hasta monos aulladores.
Sin embargo, tras sobrevivir a siglos de explotación y saqueo durante la Colonia, hoy en día los tintales están desapareciendo del paisaje campechano porque los queman y talan para que los suelos húmedos y fértiles sean usados para sembrar monocultivos como caña de azúcar, o pata formar potreros. No obstante, en temporada de lluvias, el agua busca su cauce natural y los suelos que fueron de tintales quedan inundados e imposibilitados para la ganadería y la agricultura.
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AA