Las brechas salariales por sexo se deben, en gran medida, al mayor número de horas que las mujeres dedican a labores no remuneradas dentro del hogar, ya sea en tareas domésticas o cuidado de menores, personas enfermas y ancianas; ante ello, Esthela Reyes, perteneciente al colectivo Red de Mujeres y Hombres por una opinión pública con perspectiva de Género en Campeche (RedMyH) refiere que la pobreza laboral tiene rostro de mujer, pues según el estudio Mercado Laboral y Brechas de Género realizado por México ¿Cómo vamos?, en promedio, las damas dedican 43 horas semanales a las labores del hogar mientras los hombres 18.
El estudio señala que se detectaron al menos seis grandes brechas de género, como la creación y otorgamiento de empleos formales dados de alta ante el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS); la participación en el mercado laboral remunerado; la pobreza laboral; la informalidad laboral, la percepción de inseguridad, y las jornadas laborales prolongadas sin paga.
Por lo anterior, es que muchas mujeres se emplean en trabajos informales donde encuentran mayor flexibilidad para cumplir con sus roles familiares y de crianza, pero que a su vez las colocan en posiciones de mayor riesgo y vulnerabilidad frente a un despido injustificado, sin acceso a seguridad social en caso de enfermar, sin acceso a un sistema de guarderías y con menores ingresos en promedio.
A lo largo de la vida laboral es menos probable que una mujer acceda a posiciones de mando, es decir, que tienen menos posibilidad de obtener algún tipo de ascenso en el interior de sus empresas. Esto se debe a que no existe un sistema de cuidados universal, por lo que el desarrollo profesional de ellas no ocurre en igualdad de circunstancias que el de los varones. Por lo tanto, la brecha salarial se va ampliando con el tiempo, sobre todo en el trabajo informal –que es donde más mujeres trabajan– y cuando hay niñas y niños en casa.
“Las feministas en sus estudios de género y estudios en general acuñaron un término de feminización de la pobreza y decimos que la pobreza tiene rostro de mujer porque la población más afectada son las mujeres, y digo esto porque según las organizaciones mundiales, más del 70 por ciento de la población que habita en el mundo y se encuentra en situaciones de pobreza, son mujeres”, comentó Esthela Reyes.
A su vez, señaló que esta situación revictimiza a las damas, ya que, al no tener un empleo bien remunerado, tienden a caer en violencia económica, la cual, es considerada como violencia doméstica y se consuma con la retención de dinero, el robo de dinero, así como restringirle el uso de recursos generados incluso por ellas mismas.
“Sí hay desempleo, pero se recrudece cuando hablamos de madres solas que tienen familia y recurren a más trabajos porque no les alcanza para mínimo vivir digno, por eso tienen que recurrir a buscar un segundo trabajo, pues con los ingresos de uno solo no logran completar para la compra de los insumos de la canasta básica”, externó.
Por lo anterior, dijo que, pese a tener avances significativos, aún hace falta mirar los escenarios donde las mujeres realizan alguna actividad económica mal remunerada dentro de las instituciones, comercios o emprendimientos, ya que siguen sin tener sueldos dignos que les garanticen vivir de manera digna.
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JG