A lo largo de estos 45 años, la historia de la Panga en Campeche ha sonado como si fuese el primer año, una historia llena de tragedia y muerte. "Un mar agitado por la tormenta se tragó a una panga", la noticia que sonaba en los medios de comunicación ya sean locales o nacionales; la panga se hundió y con ella al capitán de la embarcación y a la mayoría de los pasajeros, entre ellos mujeres, hombres, jóvenes y niños, además de objetos como vehículos los cuales sólo se podían transportar en ese barco, que en realidad es un transbordador.
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El transbordador es una embarcación que enlaza dos destinos regularmente, transporta pasajeros y a veces vehículos, comúnmente llamados "Ferris" o "balsas". En Campeche era muy famoso en los años 80's, precisamente por la capacidad de transportar vehículos y camiones de Ciudad del Carmen a Isla Aguada en las costas campechanas.
Se dice que debido a la frecuencia en la que era usado este medio de transporte, ya se encontraba algo deteriorado y con daños que eran visibles para quienes lo usaban. Sin embargo, pese a esto, continuaba con sus rutas normales al servicio de los isleños por la Laguna de Términos.
Un 22 de agosto de 1980 sucedió la tragedia que acabó con la vida de alrededor de 200 personas, incluyendo el capitán. La panga salió de Puerto Real, Ciudad del Carmen hacia Isla Aguada en Campeche; un transporte algo deteriorado y una tormenta fueron los protagonistas de esta gran tragedia que fue sonada en todo México.
La hora de la tragedia: "La panga se va a hundir"
La panga inició su viaje a las 9:30 de la noche, de acuerdo con testigos que lograron salir con vida ese catastrófico día. El capitán, Julio César Quej Parra, conocido en Isla Aguada como ‘Don Pelotas’, se encomendó a Dios y los motores de la embarcación se escucharon. Conforme avanzaban, señalaban que el capitán se notaba algo nervioso.
La panga comenzó a agitarse violentamente; como una película de terror, la oscuridad de la noche y los relámpagos atemorizaban a los pasajeros, quienes a su vez intentaban proteger sus vehículos, mientras que el capitán se aferró al timón y no quiso soltarlo, sólo se encomendaba a Dios y pedía que se salvaran los pasajeros.