Por Ivi May Dzib
Apuntes de un escribidor
La semana pasada el tema del momento, el video que se hizo viral en las redes sociales, fue el del repartidor de productos Bimbo que le robaba a un señor de la tercera de edad mientras surtía el negocio con los pastelitos de la empresa. Este hecho causó enojo e indignación entre las personas, por el hecho de que un repartidor de 38 años hiciera sus extras aprovechándose de un anciano que, de manera honrada, busca cómo salir adelante en un país donde son mínimas las oportunidades para las personas de esta edad.
La situación hasta aquí va bien, me refiero a que la gente esté indignada, pero este atraco ocurrió paralelamente con el anuncio de la PGR de la reclasificación del delito de Javier Duarte, dándole así la oportunidad de salir pronto de la cárcel y librar todo el peso de la justicia. Si a eso le aunamos que Elba Esther Gordillo quedó libre de cargos y fue declarada inocente de los delitos de corrupción y peculado, entonces como que la idea de justicia empezó a rondar por nuestra cabeza.
Es en este contexto que la gente en las redes sociales comenzó a indignarse de que los usuarios compartieran, denunciaran y exigieran justicia para el anciano, cómo exigir que se castigue este delito cuando deberíamos exigir que Duarte no salga libre y Elba Esther regrese a la cárcel. De ahí que haya iniciado una campaña contra los que se indignaron por el delito del repartidor, incluso llegó al grado de llamar agachadas y ciegas a las personas por considerar que sus exigencias no eran dignas de justicia.
Lo que sucedió fue que este repartidor acudió a una tiendita para surtir el negocio del viejito, le mostró los productos y le entregó la nota de lo que debía pagar, y mientras el repartidor comentaba al locatario que le haría un descuento, aprovechó que el encargado de la “tiendita” se daba la vuelta, para robarse unos paquetes de los productos que le acababa de surtir. La evidencia se logró gracias a una cámara escondida que instaló la nieta del dueño del expendio, ya que fue avisado que le estaban robando; al interponer su denuncia, también señalaron que el repartidor acosaba a la nieta de 14 años, pero como sólo le decía palabras obscenas y le pasó su número telefónico, eso no es considerado delito.
Leemos comentarios que están fuera de lugar, sobre todo cuando se hace la comparación entre los delitos de Javier Duarte y Elba Esther Gordillo, hay quien dijo que el sistema de justicia mexicano quedó en ridículo, debido a que sancionó con mayor dureza al repartidor de Bimbo que a los dos hampones de la mafia del poder ya señalados, pero el repartidor ya está libre, porque su delito no es considerado grave y por el acoso sexual todavía es investigado, pero como ya se nos va a olvidar ya que es indignante indignarse por él, seguro que nada pasará y entonces la impunidad será por igual, porque, al parecer, eso nos hace un poco felices.
Lo del repartidor es muy grave, ya que no se tentó el corazón de aprovecharse de una persona vulnerable y quitarle lo poco que tiene para vivir, su puesto de trabajo lo utilizó para aprovecharse de los más débiles para su propio beneficio, es un repartidor de productos, ¿qué pasaría si fuera diputado, alcalde, gobernador? Hay que entender que la gravedad de un delito nada tiene que ver con el monto sino con la naturaleza del mismo; este hombre abusivo que además acosa a una niña de 14 años, tiene la misma peligrosidad que Duarte y Gordillo, sólo que el alcance de su poder no es el mismo que el de estos dos políticos, si no el daño sería inconmensurable. Sólo me resta decir que no te indigne que los demás se indignen por estas causas.