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Cultura

Vórtice: Amistad y arte

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El pasado domingo 19 de agosto fue presentada la edición número 31 de la revista Vórtice.

No fue una presentación tradicional, sino la acostumbrada por sus editores desde hace ya veintinueve años, cuando un grupo de amigos decidió emprender este proyecto en diciembre de 1989.

Una tertulia fraternal de artistas y personas que comparten inquietudes intelectuales y estéticas, es el contexto en el que nace el número más reciente; es una hija que ve reflejada su robustez en la fecundidad de los que le dieron vida.

Es la segunda vez que participo en Vórtice. La primera fue en el número 29. Desde su nacimiento, esta revista ha contado con la participación de los más destacados artistas visuales, escritores, periodistas y otros personajes que han hecho del oficio de la pluma parte esencial de sus vidas.

Poco se conoce de ella más allá de los círculos del arte y del pensamiento en que sus colaboradores habitan y cohabitan. Unos más populares que otros, más célebres que otros… dentro o fuera del establishment, en fin. La riqueza que se halla en su pluralidad y diversidad de manifestaciones y disciplinas artísticas hace que cada nuevo número posea personalidad propia. Bien es cierto que los hijos, no por ser hijos son iguales a los padres, ni iguales entre sí –aunque muy probablemente parecidos–, nunca iguales.

Me parece que veintinueve años de vida merecen ser reconocidos y celebrados, y qué mejor forma de hacerlo que hablando de Vórtice.

Los invito a leer la charla-entrevista que sostuve con sus actuales editores, Gildo González Angulo y Oscar Ortiz Otero, reconocidos artistas plásticos y, en lo personal, entrañables amigos. Esta valiosa amistad es lo más importante para mí.

(Llego a casa de Gildo y de Oscar y llamo a la puerta después de la lluvia vespertina. Me ofrecen algo de beber. Acepto gustoso. Me pasan a su estudio. Mientras Gildo prepara café, Oscar y yo nos ponemos al día. Gildo entra con la taza de café que fui sorbiendo mientras alistaba la grabadora reportera Philips que me acompaña).

José Miguel: ¿Cómo nace Vórtice?

Gildo: Vórtice nace en el seno de un grupo de amigos, como parte de tantos otros proyectos que surgían del intercambio de ideas suscitado en nuestras reuniones. Por aquellos años se presentaba el problema de la escasez de espacios en los cuales poder publicar artículos sobre arte y crítica de arte propiamente. A esto se agrega que, tanto Oscar como yo teníamos mucha comunicación con personas de otros países que estaban haciendo un ejercicio similar, principalmente con una escritora norteamericana que dirigía por aquel tiempo un proyecto llamado Writer’s Cramp.

Su proyecto consistía en recopilar textos con los que se hacía de colaboradores de distintas partes del mundo, para luego integrarlos y distribuirlos, en un solo material, a las personas que habían enviado textos. Yo supe de la publicación cuando una joven de origen puertorriqueño, que estaba de paso por Mérida, me obsequió un ejemplar de Writer’s Cramp. Esa fue la idea sobre la cual se pensó Vórtice.

Oscar: Después de eso, decidimos invitar a los amigos a la casa, como usualmente acostumbrábamos. Y en una noche de diciembre de 1989 surge la inquietud de hacer algo propio, basado en el concepto de Writer’s Cramp. Lo recuerdo bien. Estábamos Víctor Rendón, Gerardo Rod, Ygnacio Rivero, Rafael Parra, Gildo y yo. ¡¿Y cómo son las cosas?! Ese mismo día le había llegado a Gildo el reciente ejemplar de Writer’s Cramp, de manera que lo teníamos a la mano para mostrarlo. Recuerdo que salió Gildo y dijo: “¡Miren qué me llegó hoy por la mañana!”.

A partir de eso, comenzamos a solicitar las colaboraciones que formarían parte del primer número.

Gildo: La primera edición no requirió de gran trabajo editorial. Eran materiales compilados a manera que formaran uno solo. Durante el proceso de elaboración de ese primer número nos dimos a la tarea de investigar y profundizar más en el concepto de este tipo de publicaciones. El primer paso importante que dimos fue hacerla de una forma propositiva. ¿Y a qué me refiero con ello? Pues a dos distintivos fundamentales: la calidad participativa y la defensa de la libertad creativa. Es decir, en cuanto a lo primero se procuraba que en cada número se limitara la participación a entre veinte y veinticinco colaboradores, y la manufactura de un tiraje limitado a 35 ejemplares. Respecto a la defensa de la libertad creativa, pensamos que, en lugar de hacerla como cualquier otra revista en la que se delinean criterios editoriales específicos, mediante un solo editor o un consejo editorial, mejor decidimos perfilarla como un espacio en el que se ponderara la libertad creativa individual, sin restricciones editoriales de ningún tipo. No había mayor requisito que la invitación de un artista a otro.

Oscar: Como ves, al principio la idea era hacer algo “no tan formal”. Es importante decir que es el escritor catalán Joan Durán el que nos ayuda a afinar el concepto. Joan, amigo de todos nosotros, al ver el primer número se prestó rápidamente a editar el segundo. Nos entregó un ejemplar en pasta dura y con un concepto diferente al de la idea original, pero con una edición muy cuidada. Esto fue crucial, pues fue a partir de este número que Vórtice comenzó a mirarse como un taller de creatividad, totalmente libre. Poco después, los pintores Gabriel Ramírez y David Sierra comenzaron a editar una revista de concepto similar, pero con una línea editorial más tradicional, de nombre Camaleón.

Esa libertad nos valió la crítica de algunos colegas más puristas, quienes decían que “aceptábamos cualquier cosa”. La realidad era que aceptábamos lo que viniera de quien había trabajado en cierto material para incluir en Vórtice. Como hasta la fecha.

Pensamos que, si alguien se toma ese trabajo, tiene todo el respeto de nuestra parte de estar en la revista.

Nunca marcamos estándares. Ni pretendimos ser una revista de “alta cultura”, sino simplemente un taller de creatividad que era pretexto –y lo sigue siendo– para encontrarnos.

JM: ¿De dónde surge del nombre de Vórtice?

Oscar: En el año anterior, en 1988, llegó el huracán Gilberto. La gente recuerda la calma y el silencio que se percibían cuando el ojo del huracán cruzó la ciudad. En memoria de ese suceso coincidimos llamarla Vórtice.

Gildo: Quiero decirte que le tenía un especial cariño a la palabra. Posterior a ese hecho pensé en escribir una serie de cuentos acerca del fenómeno del huracán, y de todas las cosas que suceden a su llegada. La palabra me gusta por su fuerza y por lo que representa.

JM: Además de los fundadores y de Joan, ¿hubo alguien más que dejara huella en Vórtice?

Gildo: Sí. Una de nuestras principales influencias fue el poeta Raúl Renán. Este había investigado, tiempo atrás, sobre las revistas-objeto, los libros de autor y otras formas de editar libros y publicaciones periódicas. Nos compartió su visión y su experiencia. A él debemos que Vórtice se haya tornado como una revista-objeto, es decir que sea en sí un objeto de arte.

JM: ¿Qué ha sido lo más significativo de estos 29 años?

Oscar: Lo más significativo ha sido la reunión de artistas con diferentes formas de pensar, que pueden tener edades y profesiones tan distantes unas de otras y pertenecer a mundos completamente diferentes. Le agregaría que en Vórtice han participado casi todos los artistas e intelectuales yucatecos destacados o que no son propiamente de Yucatán pero que han residido aquí.

Gildo: Creo que algo importante ha sido la oportunidad de compartir un espacio. Desde los primeros números tuvo una buena aceptación por parte del público. Nosotros no lo sabíamos, pero lo que hacemos es un ejercicio de arte participativo, cosa que en otros lugares del mundo, desde aquel lejano 1989, era ya una forma no convencional de hacer arte. Ahora lo hacemos con mayor consciencia. Tenemos claro que se trata de un ejercicio artístico interesante e inusual.

JM: ¿Cuáles han sido las dificultades más recurrentes?

Oscar: Hubo un lapso de cerca de unos diez años en los que la revista estuvo dormida. Ya sabes… la vida de todos se fue haciendo más complicada con el paso del tiempo. Hasta hace tres años que la retomamos. Los más recientes números ya cuentan con colaboraciones de nuevos y jóvenes escritores y artistas visuales.

No hemos logrado retomar el ritmo de como cuando iniciamos, en que hacíamos un ejemplar mensualmente, pero hemos oxigenado el proyecto con nuevos talentos e ideas frescas de los jóvenes.

JM: ¿Cómo se financia el proyecto?

Gildo: Vórtice es una revista que no tiene fines de lucro. Hay patrocinadores, pero únicamente recuperan lo invertido al venderse los ejemplares. A cada colaborador del número le corresponde un ejemplar. No se sostiene de ningún fondo de recursos públicos; para mantener su esencia, nos hemos mantenido al margen del patrocinio del Estado. Pensamos que eso modificaría la idea original con la que nació.

JM: ¿Qué viene para Vórtice?

Oscar: El año que viene cumple 30 años. Se estaría editando el número 32.

Lo que viene para Vórtice es mantener su esencia de intimidad. El tema de Vórtice es la amistad, la fraternidad y la comunión alrededor de las expresiones artísticas.

Gildo: Nos hemos preocupado porque los números de la revista se hallen digitalizados. Hasta el número 29 ya puede ser consultado en la plataforma ISSUU.

Sobre Vórtice

El primer número de la revista salió en enero de 1989. Contó con la participación de Anna Lindqvist, Eva Saavedra, Eduardo Arco, Gildo González Angulo, Gerardo Rafael, Miguel Ángel Martínez, Oscar Ortiz Otero, Rafael Parra, Víctor Rendón e Ygnacio Rivero Bulnes.

Vórtice 31

El número más reciente contó con el patrocinio de la Galería Le Cirque, a través de su propietario Jorge Gutiérrez.

En este número participan Adolfo Calderón Sabido, Socorro Chablé, Carlos Chuc, Mauricio Collí, Michael Covián, Luis Cruces, Diana Durst, Luis Escobar, Gildo González, Cristina Leirana, Alfredo Lugo, Carolina Luna, Johanna Martín Mardones, Fernando Muñoz Castillo, Sandra Nikolai, Oscar Ortiz Otero, Rafael Parra, Jorge Pech, Gabriel Ramírez Aznar, Katia Rejón, Verónica Rodríguez, José Miguel Rosado Pat, José Luis Rumbo y Martín Vidales.

La edición estuvo a cargo de Gildo González y Oscar Ortiz. El patrocinio corrió por cuenta de Le Cirque Galería, y la encuadernación fue hecha en los talleres Mayamtum.

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